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FÚTBOL
Lunes, 2 de mayo de 2005  Última actualización: 13h.30

ANÁLISIS DE UNA TEMPORADA QUE TOCA A SU FIN

Fútbol no es fútbol

por David Ruipérez

El 90% de los partidos son infumables y el aficionado no quiere pagar por ver un aburrido espectáculo a través de la pantalla, lo que ha repercutido en la inversión televisiva y se ha traducido, a su vez, en menos poder adquisitivo para los clubes
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A TEMPORADA de fútbol está a punto de concluir y si pusiéramos en una balanza todo lo bueno y lo malo que nos ha dejado sin duda ésta se inclinaría del lado de lo negativo. El fútbol español no es el mismo que hace unos años. Salvo la cada vez más apagada galaxia blanca y las estrellas mediáticas como Ronaldinho o Etoo, los clubes españoles, la mayoría con unas deudas que asustan, ya no pueden hacerse con los servicios de los mejores jugadores del mundo. No hay dinero para fichar cracks y muchos equipos no cuentan con ojeadores con talento para fichar a jugadores emergentes para que se formen aquí y acaben jugando en Inglaterra, que es donde ahora está el dinero gracias a personajes mafiosos como el ruso Abramovic. Los salarios de las islas tientan a más de uno e incluso España se ha convertido en un exportado de talentos. De manera que los equipos que salen a flote son los que manejan con acierto una fructífera cantera y contratan a jugadores desconocidos –pero muy válidos– por poco dinero. El mejor ejemplo es el Sevilla, que cada jornada hace saltar al césped a un 'chaval' que acaba de sacarse el carné de conducir, pero que transmite ilusión a la afición que se identifica con un hombre de la tierra y aplaude sus ganas de comerse el mundo. El Real Madrid, que no se puede quejar de cantera, sería la antítesis del proyecto sevillista. Lo peor es que promete seguir siéndolo con Arrigo Sacchi dispuesto a fichar por Europa sin mirar primero lo que hay en casa. En cualquier caso, la liga ya no atrae. El noventa por ciento de los partidos son infumables y el aficionado no quiere pagar por ver un aburrido espectáculo a través de la pantalla, lo que a su vez ha repercutido en la inversión televisiva, lo que se traduce en menos poder adquisitivo de los clubes. Sólo con ver los resúmenes de los partidos y echar la vista atrás se puede comprobar cómo no se marcan tantos tan bellos, no se ven jugadas de clase y muchos jugadores deambulan por la primera división sin que los niños recuerden su nombre. Ver un partido puede compensar menos que irse a tomar unas copas o preferimos ver a Alonso peleando con Schumacher. El panorama no es halagüeño.

Samuel Etoo.
El Barça acaricia el título
En la actualidad pura y dura, el F.C. Barcelona está a punto de hacerse con el título de liga con todo merecimiento. Ha jugado mejor que los demás y ofreció un fútbol rápido, preciso y arrollador en el primer tramo de la liga que le permitió abrir una importante precha en la clasificación. Xavi, Márquez, Ronaldinho y, muy especialmente, Samuel Etoo han brillado con luz propia. Por una parte, tiene mucho mérito la capacidad del club para sobreponerse a lesiones muy graves de jugadores de peso como Gabri, Silvinho, Edmilson o Larsson, pero también es cierto que ha contado con ayudas arbitrales muy claras y vergonzosas en momentos puntuales de la temporada. Un tipo al que muchos le hubieran cortado la cabeza hace años y medio como es Frank Rijkaard ha demostrado tener las ideas bien ordenadas y sacarle partido a una plantilla con tres galácticos: Puyol, Ronaldinho y el camerunés Etoo.

Ronaldo Luiz Nazario de Lima.
El Madrid del catenaccio
A cuatro partidos del final, las opciones del Real Madrid son escasas. Al aficionado medio le molestaría incluso que al final ganase la liga una plantilla que ha vivido en la mediocridad, que ha pasado apuros para imponerse a equipos abocados al descenso a segunda y cuyo ciclo está próximo a agotarse. En el fondo desea que los descabellados y futbolisticamente poco equilibrados proyectos de Florentino Pérez fracasen para que el "ser superior" (según definición de Emilio Butragueño) se plantee hacer las cosas de otra manera. El público que puebla las gradas del Bernabéu no se ha divertido nada este año y eso no se compensaría con un título inmerecido, lo único que escuece al seguidor merengue es que el eterno rival sea el más firme candidato a ganar la liga. Apuesto el cuello a que si el líder  fuera el Valencia, el Deportivo o el Sevilla, los blancos habrían bajado los brazos mucho antes. Sin embargo, la llegada de Luxemburgo ha puesto algo de sal a la liga. El brasileño ha diseñado un Real Madrid que no es del agrado del madridista de toda la vida, un equipo especulador con el resultado, que encaja –esa es la nota positiva– muy pocos goles y tiene el aguijón preparado para picar en el momento justo. Iker Casillas se encarga de salvar los muebles cada jornada mientras que en el último tramo Ronaldo vuelve a demostrar por qué es el mejor delantero del mundo. Pero el Madrid nunca fue concebido para ser un Chelsea, o un Valencia, ni el público lo aguantaría. Las últimas copas de Europa han acostumbrado al público a comer caviar en lugar de espagueti (por lo del fútbol a la italiana) y exige que los jugadores representen cada jornada una ópera sobre el césped. La frenética carrera por la liga pronto se acabará para los blancos.

Juan Román Riquelme.
Amarillo, amarillo es
El submarino amarillo de Villarreal está cuajando una temporada excelente, juega bien y le ha sacado el máximo partido a una plantilla conformada a base de galácticos de segunda fila o que habían fracasado en otros equipos y a una serie de canteranos que nadie sabe de dónde salen. Resulta curioso que algunos equipos como el Deportivo (en general todos los gallegos), el Valencia o el Atlético (Torres aparte) no sean capaces de sacar rendimiento a su cantera y sí lo haga el equipo de una localidad de 40.000 habitantes. Precisamente el Atlético requiere un análisis paticular. Es difícil jugar peor al fútbol. Acudirr el domingo al Calderón es un auténtico martirio porque los rojiblancos no son capaces de enlazar tres pases seguidos. Ya ni siquiera se salva Torres, que no ve puerta. Un equipo gris todavía aspira a entrar en Europa y podría proclamarse campeón de la Copa del Rey. Una prueba de que la liga española no es la que era.

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