Blair quiere crear campos para refugiados fuera del Reino Unido

N SU campaña para restringir el número de solicitantes de asilo, el gobierno británico tiene planeado instaurar centros en el África u otros continentes. Allí podrían ser deportadas o transferidas muchas personas en pro de refugio. El argumento es que así se colocaría un amplio contingente de refugiados mientras se estudiase su caso. Si se les negara el derecho a asilarse no podrían escaparse para quedarse ilegalmente dentro de las islas británicas.

Esta propuesta ha sido tildada como opuesta a los derechos humanos y un retroceso a los campos de concentración. Los que huyen de las guerras y de las matanzas son obligados a sobrevivir en condiciones inciertas, acrecentando su miseria.

Este esquema ha sido apuntalado por los gobiernos de Holanda y Dinamarca, en los cuales existe una poderosa influencia de la extrema derecha xenófoba.

Muchas instituciones pro-derechos humanos arguyen que la mejor manera de hacer frente a la emigración ilegal es precisamente legalizándola. Si el Reino Unido demanda las puertas abiertas de todos los países del tercer mundo para que puedan recibir sus capitales y de allí poder repatriar sus ganancias, los seres humanos tienen un mayor derecho que las mercancías. La legalización de la inmigración evitaría abusos a la seguridad social, más costos, y ayudaría a levantar a la economía y la producción británicas.

Después que el 9 de abril cayó Bagdad se han venido producido una serie de atentados contra las tropas invasoras. Se calcula que más de medio centenar de soldados estadounidenses han sido ultimados por acciones de resistencia iraquí.

El 23 de junio media docena de efectivos británicos fueron heridos por atacantes cerca de Basora. Al día siguiente 6 más fueron ultimados. Desde que Bush anunció oficialmente la victoria (1 de Mayo) más de dos decenas de uniformados norteamericanos han perecido.

Los ataques han ido creciendo en su sofisticación y radio de actividad. El propio Hussein ha aparecido difundiendo un mensaje en la clandestinidad llamando a la guerra santa.

Para evitar más derramamiento de sangre muchos ciudadanos británicos piden el retiro de sus tropas y el cese de la ocupación. La hostilidad hacia EEUU y RU crece dentro de los iraquíes. Mientras tanto los servicios básicos continúan deteriorados y la población cuestiona los nuevos contratos para entregar el oro negro a firmas foráneas.

Una ironía de la guerra es que está produciendo el crecimiento de los grupos más radicalizados dentro del fundamentalismo islámico. Un cuarto de siglo atrás Hussein fue ayudado a llegar y mantenerse en el poder como contrapeso a la revolución de los ayatolas iraníes. En una extraña venganza de la historia el clero chiíta podría capitalizar la caída de Saddam.

Otra ironía de la historia sería que Hussein se recuperase desde la oposición. El Wall Street Journal editorializa sosteniendo que no se puede menospreciar el peligro del resurgimiento de su partido (el Baath).

El hecho que las tropas leales a Saddam decidieran no presentar dura batalla final en sus bastiones de Bagdad y Tikrit pudo haber sido interpretada como parte de la corrupción y la quiebra del régimen. Mas, también podría haberse debido a la estrategia de evitar la masacre de sus propias tropas para que éstas se mimemtizacen con la población y desde ésta organizasen emboscadas.

Acorralado por sus críticos, Jack Straw, ministro británico de asuntos externos, ha reconocido que el documento oficial que afirmaba que Irak poseía armas de destrucción masivas tuvo 'errores'. Este dossier revelado en enero sirvió para justificar el inminente ataque. En éste se aseguraba que Hussein tenía tal poder destructivo que sus gases podrían ser lanzados al exterior a 45 minutos de dada la orden. En la guerra iraquí se mostró que ese país carecía de cualquier arma química, biológica o nuclear. El referido dossier se ha demostrado que fue basado en una tesis estudiantil.

Para Straw encontrar gases ya no es tan importante pues, según él, diez mil litros de ántrax, es la capacidad de un tercio de un camión gasolinero, y hallar ello en un país del doble del tamaño de Francia es difícil. Sin embargo, el hecho que Londres haya lanzado una guerra sobre base de una información falsa es algo que a la larga puede acabar mellando la credibilidad del gobierno y poner en riesgo la continuidad de Blair.

Se viene produciendo la mayor confrontación en décadas entre un gobierno británico y la Corporación Británica de Transmisiones (BBC).

La BBC es una de las empresas más grandes del Reino Unido. Posee los dos canales televisivos de señal abierta más vistos de los cinco existentes. Además tiene otros seis canales digitales, numerosas estaciones radiales (incluyendo radios de alcance planetario en más de 40 idiomas), así como el sitio Internet británico más visitado. La pugna gira en torno al hecho que la BBC difundió las declaraciones de un informante que aducía que el gobierno alteró informes de inteligencia para convencer al parlamento y a la opinión públicas en sentido que Saddam podría detonar armas de destrucción masiva sobre blancos extranjeros a 45 minutos de dada la orden.

El gobierno aduce que no hizo tal cosa y que trabajó sobre informaciones que existían. Sin embargo, ha debido admitir que el dossier que presentó planteando tal peligro fue parcialmente plagiado de una tesis universitaria. A más de tres meses de haber ocupado Irak, se ha demostrado que este país no poseía ni gases ni la posibilidad de armas nucleares, y menos aún de hacerlos explotar en menos de una hora.

Algunos sectores privados quieren aprovechar la crisis para plantear una reformulación de la BBC. En su programación la BBC no coloca ninguna propaganda pues se financia con la contribución de más de 150 dólares anuales que cada hogar debe abonar anualmente si quiere acceder a la televisión. Grupos empresariales piden que se elimine tal privilegio para hacer que la BBC se torne tan comercial como el resto de medios. La BBC se defiende indicando que al no servir intereses de un gobierno o de accionistas pueden ofrecer medios menos imparciales y sin programas basura.

La BBC ha sido sindicada de haber dado mucha cobertura a los anti-guerra pero también ha sido acusada dentro del mundo árabe por haber apuntalado la invasión. Al margen de cual sea el resultado de la pugna entre la BBC y el Nuevo Laborismo hay un hecho que golpea tremendamente la credibilidad de Blair. Este es el de haber conducido a una guerra sin apoyo popular planteando un peligro que no existía.

Un cisma amenaza a la iglesia oficial del Reino Unido. El nombramiento del padre Jeffrey John como el primer obispo gay generó una poderosa reacción de sectores conservadores, fundamentalmente en Nigeria.

La iglesia anglicana es similar a la católica y sus padres se visten de manera similar a los que obedecen al papa. Sin embargo, la escisión con Roma se produjo cuando el rey Enrique VIII quiso distanciarse del poder del clero italiano y tener la potestad para divorciarse.

Pese a los intentos por reunificar a las iglesias de Roma y Londres un impedimento está en que los anglicanos aceptan ordenar a casados, mujeres y homosexuales como sacerdotes.

El nombramiento de un obispo gay no sólo ahonda tal brecha sino que podría generar una fractura. Por otra parte los vientos renovadores, de mantenerse, podrían influir en la iglesia católica y por ende cuestionar el monopolio de varones heterosexuales celibatos para ejercer el sacerdocio.

La principal autoridad religiosa anglicana es el arzobispo de Canterbury. Rowan Williams, quien este año ha asumido tal cargo, ha atacado duramente lo que el denomina una fobia contra los homosexuales. Sin embargo, John ha debido renunciar a su designación como obispo de Reading.

De esta forma se ha tratado de acrecentar el cisma, pero la iglesia anglicana, al igual que la monarquía, viene mostrando contradicciones internas entre tradicionalistas y modernizadores.