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 Viernes, 13 de febrero de 2004

por ISAAC BIGIO*
Mar para Bolivia y Lagos para Chile

STE 14 de febrero se conmemoran 125 años desde que Chile ocupó el litoral boliviano. Este también es el año en el que se celebra el centenario del tratado entre La Paz y Santiago en el cual el primero reconoció la pérdida de su costa a cambio de libras esterlinas y de una ferrocarril hacia Arica.

Carlos Mesa es el presidente boliviano que reclama una salida marina a su país para evitar un maremoto social. Ricardo Lagos es el presidente chileno quien es respaldado unánimemente por su parlamento para rechazar cualquier concesión territorial a Bolivia. Santiago no cederá a Bolivia ni una ribera de su mar o lagos.

La única posibilidad que tiene al altiplano de tener una salida directa al mar es, como veremos en esta nota, conseguir una unión económica con sus vecinos.

El asunto de la mediterraneidad de Bolivia ha vuelto a salir al tapete. En la cumbre iberoamericana de noviembre en Santa Cruz el presidente venezolano Chávez habló de querer bañarse en una playa boliviana. Luego Fidel Castro le ha secundado, y Lula (Brasil), Kofi Annan (ONU) y Carter (ex presidente de EEUU) se han propuesto como intermediarios.

Santiago en ese aspecto está diplomáticamente aislado. Sin embargo, existen muchas dificultades para poder llevarse a un acuerdo. Bolivia carece de dinero, ejércitos o armas como para poder recuperar militarmente el litoral que perdió contra Chile. En la guerra de 1879 Chile le arrebató Antofagasta a Bolivia y Tarapacá y Arica al Perú.

Si Chile cediera un corredor para Bolivia al norte de Arica, Perú puede vetar de acuerdo a tratados internacionales. Este, a su vez es mal visto por los alcaldes de Tacna y Arica quienes temen se restringiría el rico comercio fronterizo entre Perú y Chile. Estos 2 países, a su vez, tienen una disputa territorial sobre la plataforma marítima (tan rica en pesca) y si Bolivia obtendría un corredor en el medio de ambos esa contienda podría complicarse.

Si le otorga una salida al mar al sur de Arica, Chile quedaría incómodamente partido en dos. Chile podría dar un pedazo de playas pero Bolivia debería acceder a éste mediante territorio chileno.

Bolivia no acepta una salida al mar que no sea soberana. Si Chile pidiese a cambio de una concesión territorial un pedazo de suelo boliviano o una mayor participación en el negocio del gas, esto puede generar resistencias en el Altiplano. En los 1970’s Pinochet y Bánzer estuvieron discutiendo un intercambio territorial pero muchos bolivianos cuestionaron que le cederían ricos yacimientos de litio en la cordillera.

El asunto de la mediterraneidad boliviana es algo que constantemente aparece, sobre todo cuando hay conflicto social y se busca azuzar el patriotismo para desviar la presión interna. El anti-chilenismo está muy enraizado incluso en sectores sindicales. Esto pese a que muchos de ellos promueven el “internacionalismo proletario” o se formaron bajo la influencia originaria de los sindicatos chilenos del cobre.

La izquierda peruana se creó en los 1920s planteando lo que Haya o Mariátegui llamaron la unión estatal indoamericana. La izquierda boliviana se gestó en gran parte en Chile y una de las consignas que planteaba Arze, quien fuera el principal sociólogo marxista altiplánico, fue la de formar una Confederación de Repúblicas Obreras del Pacífico. Otros importantes exilados bolivianos en los 1930’s, como José Aguirre Gaingsborg y Tristán Marof, postularon una Unión de Estados Socialistas de América Latina. Ellos concebían que Latinoamérica había sido fragmentada por oligarquías y que su división era promovida por el imperialismo.

Mas, en la actualidad las amas de casa de El Alto y otras organizaciones populares promueven boicotear y quemar mercaderías chilenas y hundir a Arica e Iquique. Estos planteamientos hubieran sido cuestionados por los fundadores del marxismo boliviano quienes irrumpieron en los inicios de los 1930s oponiéndose a la guerra con Paraguay (1932-35) rechanzando alentar el patriotismo contra otra nación vecina y postulando la unión de las clases trabajadoras de ambos países contra el enemigo común.

Bolivia y Paraguay son los únicos países sin costa de los cuarentaitantos que hay en las Américas. Durante la bipolaridad Bolivia era la mayor república capitalista sin mar. La ausencia de litoral es percibida en Bolivia como una de las causas del atraso. Sin embargo, antes de 1879 Antofagasta estaba escasamente poblada y desarrollada o conectada a La Paz o Sucre. Bolivia, a diferencia de Perú, no fue invadida en su centro histórico y no defendió dichos territorios en una guerra total.

La pobreza boliviana es similar a la de la sierra peruana y se debe a otros factores. Los recursos naturales allí extraídos beneficiaron a potencias y elites del exterior, las mismas quienes poco invirtieron en el país o mejoraron las condiciones sociales o laborales.

La guerra de 1879, si bien produjo en Bolivia la perdida de su litoral, también originó el fin del caudillismo militar y sus guerras fratricidas, y permitió el ulterior desarrollo de una élite empresarial minera que desarrolló la economía. Este país ha perdido la mayoría de su territorio ante sus 5 vecinos y ha aceptado en tratados dichas nuevas fronteras. La Paz, por otra parte, tiene diplomáticamente las manos desarmadas para reinvindicar su anterior litoral pues en Octubre 1904, reconoció la anexión chilena a cambio de libras esterlinas y de un ferrocarril hacia Arica.

Suiza, Austria y los países del centro geográfico europeo también son mediterráneos pero han podido desarrollar prósperas economías. Hungría y Checoslovaquia fueron los centros más avanzados dentro del fenecido bloque económico europeo oriental. Austria y Hungría perdieron su añejo literal cuatro décadas después que Bolivia. Sin embargo, ambas han logrado salida a varios mares (como el Mediterráneo o el del Norte) a través de bloques económicos y políticos, como es el de la Unión Europea.

El diferendo limítrofe entre Bolivia y Chile no es el único en Latinoamérica. Bolivia ha perdido la mayoría de su territorio en las primeras 11 décadas de vida independiente. Paraguay fue diezmado humana y geográficamente en la guerra contra Argentina, Uruguay y Brasil. Este último se ha agigantado absorbiendo territorios del grueso de sus vecinos. Chile y Argentina han chocado por la Patagonia y tienen disputas por la Tierra del Fuego. Ecuador ha reclamado su salida directa al Amazonas y que Perú le entregue el norte de Loreto. Colombia sigue disconforme con el hecho que hace cien años le separaron a Panamá para que los Estados Unidos construyan allí su canal y zona propia. Bogotá tiene pleitos territoriales alrededor de los pozos de la frontera con Venezuela o con Nicaragua por las islas San Andrés. Venezuela reclama dos tercios de Guyana y Guatemala todo Belice. La lista en sí puede continuar e incluir rencillas por el subsuelo o el mar.

Estas disputas no conducen al progreso de la región y son levantadas demagógicamente para distraer a la opinión interna sobre sus verdaderos problemas. Por otra parte, casi no se habla en la región que aún hay colonias de Francia, Reino Unido, EU y Holanda en Latinoamérica y el Caribe.

Lo que tienen en común todos los estados latinoamericanos, aparte de similares raíces culturales, históricas e idiomáticas, es el que todos viven dependientes de potencias externas, en particular de EU. Las rencillas entre ellos les debilitan.

Bolivia podría tener acceso directo al mar (y por varias rutas) confederándose con Perú, Chile, Argentina o Brasil. Una unión económica y política de la región ayudaría a potenciar a todos sus componentes, disminuiría las tensiones fronterizas y permitiría que las etnias y regiones marginadas tengan mayores libertades. Aymaras, quechuas, guaraníes o jíbaros divididos por fronteras artificiales tendrían la posibilidad de entrelazarse mejor.

En Chile la oposición trata de utilizar la pretensión boliviana para cercar a Lagos acusándolo de querer sacrificar territorio patrio. Sentimientos de superioridad sobre bolivianos y peruanos son promovidos por sectores xenofóbicos en Chile. En Perú el movimiento que más postula el anti-chilenismo es el de los hermanos Humala quienes postulan un golpe militar que implante una dictadura étnica. En Bolivia el revanchismo anti-chileno es también alentado por alas duras del ejército quienes anteriormente ensangrentaron a los sindicatos.

Ricardo Lagos no cederá nada pues no hace frente a una nación que le supere en dinero, armas o población. Diplomáticamente el diferendo territorial quedó zanjado. Tampoco hay un sector en el norte chileno que pida ser anexado a Bolivia (como si ocurrió en 1879 cuando en el litoral boliviana habían muchos capitales y pobladores chilenos). Ninguna potencia alienta a Bolivia contra Chile (como si ocurrió en 1879 cuando Inglaterra, reina de los mares, impulsó la expansión de Santiago).

A la larga la única salida al diferendo pasa por una unión tri-partita y regional. Bolivia y Perú pueden ofrecer a Chile una salida a la Amazonía, la principal cuenca fluvial del planeta, así como gas, recursos minerales y mucho agua del Titicaca (el mismo que hoy en su rebalsamiento causa estragos cuando podría servir para irrigar el árido desierto nor-chileno). Una unión política y económica permitirá ampliar los mercados y la producción. De esta forma Bolivia se podría beneficiar del mar de sus vecinos y Chile de los recursos acuáticos y minerales de la cuenca altiplánica de lagos.


*Isaac Bigio es analista internacional. Es columnista de Correo, La Opinión y Noticias, los periódicos hispanos de mayor circulación en Perú, EE UU y Reino Unido. Ha obtenido grados y postgrados en historia y política económica en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, donde también ha enseñado Gobierno y Administración Pública en América Latina. E-mail: bigio2004@yahoo.com

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