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 Análisis internacional | Martes, 29 de marzo de 2005

por ISAAC BIGIO*
Kirguistán; otra revolución post-soviética

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Ésta es la tercera ex república soviética en donde recientemente una rebelión masiva en protesta contra elecciones fraudulentas ocasiona la caída del oficialismo
L JUEVES 24 el presidente Akayev de Kirguistán abandonó su cargo en medio de una revuelta popular que acabó apoderándose de la capital (Bishkek) y del palacio de gobierno. Esta es la tercera ex república soviética en donde recientemente una rebelión masiva en protesta contra elecciones fraudulentas ocasiona la caída del oficialismo.

La sublevación kirguiz se ha dado a pocos días del discurso de Bush en el cual reivindicaba la ola de transformaciones democráticas en el cercano oeste. Según los neo-conservadores su victoria en Iraq había permitido lograr elecciones en ese país así como previamente alentó revoluciones en Georgia y Ucrania, posibilitó elecciones renovadoras en Palestina y estaba logrando una apertura en Egipto y Arabia Saudita.

Estas revoluciones se diferenciaban de las tradicionales inspiradas en el socialismo. En éstas supuestamente no aparecían ideales igualitarios, ‘anti-imperialistas’ o a favor de nacionalizar grandes empresas; los sindicatos no tenían mayor peso y tampoco eran violentas. En vez de sangrientas insurgencias rojas teníamos un nuevo tipo de revoluciones de ‘otros colores’ (llamada rosa en Georgia o naranja en Ucrania) en las cuales la movilización callejera era relativamente pacífica y no apuntaba a destruir al Estado o al capitalismo sino a abrir las puertas a una mayor liberalización política y económica. Estas revoluciones, lejos de pedir ‘yanquis go home’  demandarían una mayor protección e inversiones de EEUU (‘yanquis come here’).

Tanto en Ucrania como en Georgia (y anteriormente en Serbia) los EEUU y la UE abiertamente apuntalaron los ‘cambios de régimen’. Los gobernantes depuestos mantenían una serie de restricciones al mercado y a la inversión extranjera o tenían una política exterior crítica o no completamente subordinada a Washington. En los dos primeros casos la Casa Blanca logró remplazar a presidentes que mantenían buenos vínculos con Moscú con mandatarios que apuntan a alejar a sus repúblicas de la antigua órbita rusa para convertirse en los principales defensores de la diplomacia estadounidense en sus regiones.

La sublevación kirguiz de Marzo ha mantenido muchos elementos en común con las que previamente sacudieron a Ucrania y Georgia. El catalizador fue el rechazo a unas elecciones que el pueblo percibía como tramposas pero que tras ello se expresaba un repudio a la pobreza y al nepotismo. Estas 3 revoluciones post-soviéticas no se daban en dictaduras autocráticas sino en regímenes que mantenían una transición (inconsistente) hacia la democracia y la economía liberales.

Algunos medios bautizaban a la insurgencia kirguiz como la revolución ‘amarilla’ o ‘de los tulipanes’ así como previamente habían saludado la revuelta anti-siria libanesa como la ‘revolución de los cedros’. Sin embargo, esta sublevación ha ido desembocando en un punto que ha ido generando temores en muchos de esos mismos medios. La BBC, por ejemplo, escribía que la revolución de los tulipanes se tornaba horrible.

El problema es que un levantamiento en Kirguisia no ha estado en la agenda de Washington y que tanto ésta como Moscú no la han visto con júbilo. Para EEUU Akayev era el mandatario más pro-occidental y demo-liberal del Asia Central. En Agosto 1991 Akayev hizo bloque con Yeltsin contra el golpe del ala dura del Partido Comunista y luego renunció a dicho partido y declaró la independencia de Kirgistán. Su país fue el primero de los 15 que provenían de la URSS en afiliarse a la Organización Mundial del Comercio. Akayev se preciaba de haber hecho muchas privatizaciones e instaurado una democracia multipartidaria. Cerca de su capital permitió la instalación de bases norteamericanas. En el 2000 Bishkek se convirtió en la sede del ‘Foro de Shangahi’, una coordinadora internacional para luchar contra el ‘terrorismo islámico’.

El embajador de Kirguizistán en Washington, Baktybek Abdrissaev, defendió al presidente Akayev, afirmando que el presidente había sido electo de forma legítima por el pueblo de Kirguizistán, que la Constitución lo respaldaba y que se le había dado  un golpe orquestado por una oposición respaldada por grupos que calificó de "criminales" y por otros países. Putin ha defendido la legalidad de Akayev y le ha ofrecido asilo y protección.

La revuelta kirgiza no ha sido hegemonizada por un caudillo pro-occidental, se ha tornado violenta y ha sido desbordada por una serie de saqueos y quema de dependencias públicas.

Por el momento Kurmanbek Bakiyev es el presidente transitorio y las figuras fuertes tienden a ser Felix Kulov, el ex vicepresidente de Akayev, y otros exministros.

Todas las potencias están interesadas en estabilizar la zona. El problema es que Akayev no ha renunciado a la presidencia y anuncia que volverá (tal vez de la mano de Rusia) y que hay un juego de intereses en los distintos estados de la zona. La propia insurrección ha sido más espontánea e imprevisible. Kirguistán ha sido la república centro-asiática donde el Partido Comunista mantuvo más fuerza (fue la primera fuerza en el parlamento del 2000 con el 27% de los votos).

El temor es que el ‘contagio democrático’ puede acabar desestabilizando los vecinos Kazakistán, Uzbekistán y Tadjikistán. En todos éstos hay regímenes represivos, fuerte presencia integrista islámica y en el último ha habido una sangrienta guerra civil.

La estrategia bushista hubiese requerido que la nueva revolución ‘de colores’ fuera en Bielorrusia (dominada por el anti-occidental Lukashenko) pero el temor es que la caída de los dominós pueda devenir en incontrolable y afecte al Asia Central, una región explosiva por la presencia de gas, droga y fundamentalismo.


*Isaac Bigio es analista internacional. Es columnista de Correo, La Opinión y Noticias, los periódicos hispanos de mayor circulación en Perú, EE UU y Reino Unido. Ha obtenido grados y postgrados en historia y política económica en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, donde también ha enseñado Gobierno y Administración Pública en América Latina. E-mail: bigio2004@yahoo.com. Web: www.bigio.org

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