ONALD RUMSFELD, Secretario de Defensa de EEUU, declaró que el 9
de abril del 2003 fue una fecha decisiva en la historia pues, tras
la caída de Hussein, se reafirma un nuevo orden global. Hasta este
año dicha fecha era en la cual se celebraba el aniversario del inicio
de la revolución boliviana de 1952, la insurrección popular
sudamericana más profunda y radical.
Ambos nueve de abril (el de 1952 y el del 2003) representan hitos completamente
contradictorios y tendencias opuestas en la cual se puede enmarcar el destino
de los países al sur del Río Grande y del Mediterráneo.
El 9 de abril del 2003 fue dominado por las imágenes televisivas
sobre cómo un tanque estadounidense derrumbaba una escultura del
dictador iraquí. Dicho hecho fue equiparado por Rumsfled como algo
tan importante como la caída del Muro de Berlín en 1989.
Mas, las diferencias entre lo ocurrido en Bagdad y Berlín son mayores.
El desplome del bloque soviético se dio sin ninguna intervención
militar foránea e iniciado por movilizaciones populares. Fueron
los propios alemanes quienes demolieron el muro que los dividía.
Para algunos ello permitió que la principal potencia capitalista
europea se reunificase desmantelando al comunismo, y con ello las democracias
de mercado llegasen a sustituir las totalitarias economías planificadas
soviéticas. Para otros el desplome del llamado 'socialismo real'
fue una tragedia que destruyó un fallido experimento para crear
un sistema que no se centre en la ganancia y que garantice pleno empleo
y educación, salud y vivienda accesibles o gratuitas para toda la
población.
Para los promotores del liberalismo y la socialdemocracia el colapso
del bloque no-capitalista generó la posibilidad de ir hacia un globo
más homogéneo y basado en economías abiertas de mercado
con sistemas de democracia representativa. Para los promotores del socialismo
la restauración capitalista ha creado una mega-potencia que se cree
dueña del mundo y ello ha acentuado el racismo contra los inmigrantes,
el desempleo y las diferencias entre pobres y ricos así como entre
Norte y Sur.
La tan televisada caída de la estatua de Hussein no fue hecha
por las propias masas iraquíes. Apenas había algunas decenas
o tal vez cientos de bagdadíes espectando como soldados estadounidenses
cubrían la cabeza de dicha escultura con su propia bandera nacional
y luego la desplomaron con uno de sus tanques.
Lo cierto es que en la llamada 'liberación' de Irak no participó
ningún contingente árabe. Esta fue hecha casi exclusivamente
por tropas y armamento anglo-americano. Blair aspiraba a que la población
iraquí saliera a recibirlos como salvadores, pero lo único
que las cámaras aliadas han mostrado han sido pequeños grupos
de árabes que vivan a Bush. A los dos días que se filmó
el desplome de la estatua de Saddam en esa misma plaza se empezaron a congregar
manifestaciones de protesta contra la ocupación. Cuando EEUU auspició
una conferencia de partidos y caudillos iraquíes anti-Hussein decenas
de miles estaban en calles cercanas pidiendo que las tropas ocupantes se
vayan.
La 'liberación' de Irak fue hecha sin contar con la participación
de su propia población y hasta con la hostilidad de decenas de miles
que salieron con armas a enfrentarles. Decenas de miles de millones de
dólares en daños han sido producidos y se han causado miles
de bajas civiles así como la destrucción irreparable de monumentos
y piezas de las primeras civilizaciones.
Lo que sí guardan en común las caídas de la estatua
saddamista y del muro berlinés es que ambos significan duros golpes
contra dos grandes adversarios de EEUU: los regímenes de los partidos
comunistas orientales y los del nacionalismo tercermundista. Después
de 1989 Washington fue desmoronando a los sistemas que regían un
tercio de la humanidad y que se sustentaban en economías estatales
planificadas. Después del 2003 Washington quiere acabar con los
pocos regímenes que quedan en el hemisferio sur que aún mantienen
economías capitalistas de proteccionismo y autonomía nacional.
Si hace 14 años se acabó la bipolaridad ahora se quiere garantizar
la unipolaridad total y al margen de Naciones Unidas.
Bush no sólo ha depuesto al Baath iraquí sino que ahora
ha puesto sus baterías contra ese mismo partido en el poder en Siria.
Paradójicamente el Baath panarabista se fundó a inicios de
los 1940s en la misma época en que nacieron otros movimientos nacionalistas
anti-estadounidenses en el Cono Sur Sudamericano como los fueron el Movimiento
Nacionalista Revolucionario boliviano o el justicialismo argentino. Al
igual que Perón y Paz Estensoro ansiaban una patria regional grande
y economías estatistas y soberanas, y también fueron inicialmente
acusados de tiranos fascistas por la Casa Blanca.
Después de haberse enfrentado a los EEUU, peronistas y emenerrristas
acabaron aceptando el modelo de democracias liberales promovidas por Washington.
Dentro de los mandatarios más pro-EEUU que ha habido en el cono
sur se han destacado Menem, quien se ha despuntado en las recientes elecciones
argentinas, y el actual presidente boliviano Sánchez de Lozada.
Ellos han sido acusados de haber sido quienes hayan organizado directamente
el desmantelamiento de muchas de las nacionalizaciones y sistemas de seguridad
social que sus propios partidos nacionalistas una vez impusieron.
La Casa Blanca quiere hoy latinoamericanizar a la región más
convulsiva y rica en oro negro del planeta: el medio oriente. Así
como anteriormente ha podido invadir a la mayor parte de las repúblicas
caribeñas, se piensa crear bases permanentes en dicha zona para
posibilitar futuras intervenciones. El objetivo es empujar a las dictaduras
y a los regímenes que promueven una fuerte intervención estatal
en la economía para que abran sus mercados y sistemas a una democracia
que facilite el ingreso de capitales anglo-americanos.
Al haberse fortalecido en el oriente próximo Washington apunta
a consolidar su dominio continental y al ALCA. Sin embargo, también
ha creado la mayor ola de resentimiento en el mundo árabe y musulmán.
En el caso latino americano ha crecido dicho resentimiento incluso dentro
de sectores que inicialmente apoyaron al neoliberalismo.
Lo ocurrido hace 53 abriles en Bolivia puede ser una tendencia latente
que se vaya germinando en reacción a lo acontecido el 9 de abril
del 2003. En 1952 los bolivianos hicieron un 'cambio de régimen'
ellos mismos. Un levantamiento espontáneo promovido por mineros,
fabriles y civiles en el altiplano se unió a policías y soldados
rebeldes para desplomar el poder de las 3 grandes familias que dominaban
la riqueza minera nacional. Bolivia ha sido el único país
latino americano en el cual sus propias FFAA fueron desarticuladas por
su propia población. Los sindicatos pasaron a ser el principal poder
y el grueso de la economía pasó a ser controlada por el estado.
Al final la revolución fue contenida y el MNR fue cooptado por Washington.
Las posibilidades para que se repitan levantamientos populares o sindicales
es algo que se ha visto recientemente en diversas localidades argentinas.
El 11 de abril del 2002 una intentona de la derecha opositora venezolana
fue conjurada con apoyo popular en la misma fecha en que los bolivianos
festejaban el 50 aniversario del triunfo de la insurrección.
La elección de nuevos gobiernos contestatarios en Ecuador y Brasil,
y la creciente hostilidad que va cundiendo en el continente frente al intervencionismo
estadounidense pueden generar dos tipos de nueves de abril. Uno, nuevas
intervenciones, como las que pide Uribe en Colombia, la otra nuevos levantamientos
populares como los que se ha visto desarrollar últimamente en Bolivia
y Argentina.
*Isaac Bigio es analista internacional. Es columnista de
Correo,
La Opinión y
Noticias, los periódicos hispanos de mayor circulación en Perú, EE UU y Reino Unido. Ha obtenido grados y postgrados en historia y política económica en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, donde también ha enseñado Gobierno y Administración Pública en América Latina. E-mail:
bigio2004@yahoo.com. Web:
www.bigio.org