N EL origen de este libro hay otro libro, y una
deuda que pagar. El agente literario de Hanif
Kureishi le entrega un día el manuscrito
de una novela que había permanecido once
años en sus archivos y que su autor jamás
había conseguido publicar. Se la había
llevado el padre de Kureishi después del
éxito de ‘El buda de los suburbios’,
y poco tiempo antes de morir. Porque Shannoo Kureishi
era un obseso de la literatura que se había
pasado la vida escribiendo, día tras día,
cuando terminaba su trabajo de funcionario en
la Embajada de Pakistán en Londres, sin
conseguir publicar jamás, sin lectores,
sin cómplices con quienes hablar de literatura.
Su hijo, Hanif, decide que va a leer ‘Una
adolescencia india’, la novela autobiográfica
de Shanoo Kureishi, en una suerte de viaje detectivesco
hacia el pasado, para saber quién era
su padre cuando no era su padre, y saber también
quién es él, ahora que ya no es
su hijo, y encontrar las fuentes de su literatura,
su deseo de ser escritor. Y en este viaje a
su infancia, y a la infancia de su padre, va
a utilizar como contrapunto esclarecedor los
tres libros, también autobiográficos,
de su tío Omar Kureishi, que al parecer
fue todo lo que su padre deseó ser y
no pudo, un brillante jugador y comentarista
de cricket, un periodista célebre, un
escritor reconocido y un ‘bon vivant’
que se deslizaba con facilidad del deporte al
periodismo y del periodismo a la literatura.
Y que permaneció arraigado en su país,
en su cultura.
Este libro, que comienza como un ensayo, se
abre en una espléndida narrativa sustentada
en asociaciones libres, que le permite al autor,
no sólo rastrear y reconstruir la novela
familiar, sino también las relaciones
entre padres e hijos de al menos tres generaciones.
Nada menos que la construcción de la
masculinidad, el acceso a la cultura y al orden
de lo simbólico, a la literatura. Y le
permite también desvelar – o al
menos intentarlo- el nudo de deseos entre él,
entre ese pequeño burócrata atravesado
por las palabras que se pasó la vida
escribiendo, exiliado en los suburbios, en los
márgenes de la cultura inglesa, y que
finalmente encontrará un lugar en la
literatura como personaje del libro que escribe
su hijo, uno de los más reconocidos escritores
ingleses, sobre los restos de los libros que
su padre nunca consiguió publicar. Y
así paga, quizá, la eterna deuda
paterna.
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