ESPUÉS DE dedicar un disco a Michigan, Sufjan Stevens publica
“Illinois” (Rough Trade/Sinnamon records, 05), segunda entrega de su macroproyecto
de dedicar un álbum a cada uno de los estados de Norteamérica
(ya sólo le faltan cuarenta y ocho). Un disco más extrovertido
que su predecesor en el que Sufjan se basa “en el mundo, en la sociedad,
en la invención, en la civilización, en la enfermedad, en
la muerte, en la educación, en los negocios”. Una mirada al exterior
desde los ojos cándidos y surrealistas de uno de los mejores compositores
de nuestro tiempo.
Si en “Seven Swans” (Rough Trade/ Sinnamon Records, 04) Sufjan Stevens
nos ofrecía su faceta más intimista, con una sobria instrumentación
que acompañaba relatos fantásticos fruto de su imaginación,
“Illinois” (Rough Trade/ Sinnamon Records, 05) nos permite descubrir a
un Sufjan más festivo capaz de dibujar un croquis irónico
y divertido sobre los tópicos y las realidades de un lugar. Y si
para componer las canciones de “Michigan” Sufjan recurrió a sus
propios recuerdos (es el Estado en el que nació), en el caso de
“Illinois” ha hecho una auténtica labor de documentalista. Como
si preparase una novela –no en vano Sufjan es, además, escritor-
llamó a amigos de Illinois, leyó a autores nativos (Saul
Bellow, Carl Sandburg), escaneó biografías de Abraham Lincoln,
estudió estadísticas de la primera inmigración y coleccionó
libros de historia de pequeñas ciudades. Todo ello para hacer un
cuadro impresionista sobre el lugar. Canciones que son pequeñas
historias (los títulos parecen más los de los capítulos
de una novela que los de un disco) que, a pesar de hablar en ocasiones
de temas trágicos, no abandonan nunca el optimismo ni el sentido
del humor. Humor en la portada (Sufjan-superman, rascacielos, platillos
voladores, una cabra, un orondo hombre de negocios), en los títulos
de las canciones (‘They are night zombies!! They are neighbors!! They have
come back from the dead!! Ahhhhh!!’) y en la instrumentación de
unos temas que recurren a coros de opereta, trompetas y cuartetos de cuerda
en acompañamientos festivos y coloristas. Hay también interludios
instrumentales, temas en los que Sufjan recupera la sobriedad de sus anteriores
trabajos acompañándose sólo de banjo y guitarra. Un
disco rompecabezas en el que cada pieza es un fragmento de la imagen final,
la del estado de Illinois vista a través de los ojos tan cándidos
como inteligentes de Sufjan Stevens.
Un disco que Sufjan se ha auto producido y para el que ha contado con
la colaboración de viejos amigos de Michigan (a partir de ahora
conocidos como los “Illinoisemakers”) en la grabación de un cuarteto
de cuerda, y del batería James McAlister y el trompetista Craig
Montoro.
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