OMO "FRANCOTIRADOR de alquiler”,
Louie Ramírez, arreglista de mambos recalcitrantes
y jazzeríos latinos “hip”,
dominó la escena de la música
latina en Nueva York en los 60. Ramírez
compuso, realizó arreglos, y tocó
el vibráfono, el piano y los timbales
en dos frentes: sus propios discos, y para una
retahíla de nombres mayores y menores
de esa década: de Sabu Martinez a la
Latin Blues Band, Charlie Palmieri o Kako, todos
querían participar de la caleidoscópica
imaginación de Louie. De hecho, fue a
menudo descrito como el Quincy Jones Latino.
Louie nació en la Gran Manzana en 1938,
y su carrera como músico profesional
comenzó en 1956 tocando el vibráfono
con el quinteto de Joe Loco hasta 1959. Entonces
despegó como artista y arreglista en
solitario. La canción más antigua
de esta recopilación es “The Oracle”,
perteneciente al clásico de Sabu de 1960
“Jazz Espagnole”. En adelante, y
hasta la erupción de la era del bogaloo
/ soul latino en 1966/67, Louie trabajó
en el campo del Latin Jazz como músico
/ compositor / arreglista. Ya fuera grabando
mambos, descargas o cha-cha-chas, Louie siempre
marcó sus canciones con un fuerte sentido
del swing y unos arreglos asombrosos de dramáticos
giros y piruetas. Durante estos años,
trabajó a la par en discos propios y
ajenos. Su creatividad en los 60 era incuestionablemente
prodigiosa. De hecho parecía sacarse
de la manga composiciones y arreglos para casi
cualquier artista que le preguntara. Lean la
letra pequeña de la mayoría de
discos latinos relevantes de la década
y allí estará Louie.
Esta recopilación no es un intento de
presentar un retrato definitivo de Louie Ramirez
–ni siquiera una buena box-set podría
hacer justicia a su viaje musical a lo largo
de cuatro décadas. Con la excepción
de “Barrio Nuevo”, esta colección
se centra exclusivamente en el dinámico
periodo que va de 1960 a 1970, y en canciones
seleccionadas de su esencial trabajo en la familia
Fania: Fania, Tico, Alegre y Cotique. Por supuesto,
Ramírez siguió produciendo, escribiendo
y arreglando en los 70 y hasta su muerte en
1993. Pero su obra de los 60 es indudablemente
la más sabrosa, y demuestra con brillantez
su camaleónica genialidad.
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