ELICIOSAMENTE
MELANCÓLICO, apoyado en unos arreglos orquestales
románticos. En su personal e impostado
timbre de dandy decadente y taciturno, Biolay
ha firmado un tercer álbum que saca a la
luz todo su talento y magnetismo. Siempre desafortunado
en amores en sus canciones (no así en la
vida real, donde ha acaparado las páginas
de sociedad por su boda con Chiara Mastroiani),
el heredero natural de Gainsbourg y revitalizador
de la nouvelle chanson mantiene la inspiración
creativa pese a multiplicarse en colaboraciones.
Sin ir más lejos, el padrinazgo ejercido
sobre su hermana
Coralie
Clement en ‘Bye bye beauté’,
marcó la senda a seguir de un sonido en
el que las guitarras eléctricas comparten
protagonismo (‘Ma chair est tendre’,
‘Ground zero bar’ y la skatalítica
‘Cours’) con las orquestaciones barrocas
(‘Mon amour m’a baise’ y ‘Dans
mon dos’, entre otras) y las bases programadas
(‘Même si tu pars’ y ‘L’appat’).
Biolay, que se ha reservado para sí lo
mejor de su talento en este pesimista tratado
sobre el amor que estamos reseñando, ha
reclutado para sus propósitos a una crepuscular
Françoise Hardy para que le de la réplica
en ‘Adieu triste amour’. Logradas
melodías, intensidad, elegancia y homogeneidad
hacen de esta especie de ‘histoire d’un
garçon’ que es ‘A l’origine’
un álbum más que notable.
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