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El anteojo
Miércoles, 14 de febrero de 2001
Arzalluz vuelve a mostrar su verdadera cara

Matías
Cobo
matias.cobo@lobaton.com
ASTA AHORA se le criticaba a Arzalluz su acentuada ambigüedad. Era un personaje que se movía perfectamente entre las dos orillas del nacionalismo: la del moderado y la del radical. Sabía, y muy bien, nadar y guardar la ropa. Aunque tampoco hemos de olvidar que, tanto hoy como ayer, su inclinación o su prioridad siempre ha sido la consecución de la autodeterminación vasca. Hace unas cuantas semanas, el capo de nacionalismo vasco nos mostró, otra vez, su verdadera cara. En uno de esos mítines que organiza para ser aclamado por sus incondicionales, Arzalluz lo volvió a dejar bastante claro: entre ETA y las víctimas se queda con los primeros. Pero incluso fue un poco más lejos. Se le debió calentar la boca o no midió lo suficiente sus palabras. El personaje, que pasará a la Historia por sus asechanzas y demás lindeces, vino a decir que ETA debería seleccionar sus víctimas, que en lugar de matar a "un pobre cocinero" (en alusión al militar de San Sebastián asesinado por ETA) deberían ir contra los que los terroristas consideran sus enemigos. En cierto modo, el ex jesuita resentido se permitía —como si de cualquier dirigente de la cúpula terrorista se tratara— la licencia de reconvenir a ETA en la selección de sus objetivos. Pero, siendo triste esta soflama lanzada a su parroquia, aún lo es más que este tipo de declaraciones respondan al verdadero sentir y pensamiento de su autor. El grado de connivencia de Arzalluz con los amigos de Otegui parece que se ha incrementado en proporción a su alejamiento de los partidos de ámbito nacional —PP y PSOE, fundamentalmente—.

Xabier Arzalluz en una
comparecencia pública.
Este desmán del megalómano de Javier Arzalluz no puede pasar inadvertido para la sociedad, pero mucho menos para el fiscal general del Estado, quien debería estudiar si estas declaraciones pueden ser constitutivas de apología del terrorismo. Porque, ojo, el paladín de Sabino Arana no se limitó a criticar al, a su juicio —si aún le queda—, injusto Gobierno central que tiene "oprimido" al pueblo vasco. Tuvo la inverecundia suficiente para aconsejar a los pistoleros que busquen otras víctimas. Supongo que estaría hablando de los altos mandos del actual Gobierno, o sea, los que le impiden hacer efectivo su excluyente proyecto soberanista. Esos, al parecer, deben ser los enemigos del nacionalismo vasco. Con ellos, dada su condición de agresores de la patria vasca, sí es permisible el empleo del asesinato como medida de coacción. De esta manera, Arzalluz deja claro que él no es, ni por asomo, un ferviente pacifista que esté en contra de cualquier derramamiento de sangre. Muy al contrario, ya que se permite el lujo de ir fijando la estrategia de una panda de asesinos. No, si al final va a resultar que tendremos que agradecerle ese gesto de "decencia" al pedir a ETA que excluya a los más desprotegidos de su agenda de asesinatos pendientes. ¿Se puede caer más bajo de lo que lo ha hecho este filoasesino?

El PNV, además, es un partido que ha seguido el proceso de involución de su líder. Ni el sector crítico ha podido menguar el protagonismo de este carca con ideas neonazis. El partido continúa el marbete que dicta Javierín, el gran estadista e ideólogo vasco. Las esperanzas, por tanto, de que esta fuerza vire hacia la cordura democrática se desvanecen día a día, arenga tras arenga de este trasnochado líder. ¿Qué futuro podría proporcionar Arzalluz a los vascos si consiguiese consumar su fantasmal empresa? ¿Echaría de allí a todo aquel que no cumpla los requisitos del vasco puro (o sea, aquel que tiene el RH negativo sanguíneo y es un reconocido nacionalista)? ¿Coolideraría ese gobierno con el "reconocido demócrata" de Otegui? ¿Qué pasaría con los vascos que se sienten españoles? ¿Serían desterrados, como en la diáspora judía de la Alemania nazi? Y con ETA, ¿qué pasaría? ¿Abandonarían las armas y pasarían a ser los militares que velasen por la unidad, al tiempo que homogeneidad, de la patria vasca? Estos hipotéticos interrogantes sólo se queden en eso, en hipótesis, porque una gran parte del pueblo vasco no comparte estas tesis y no va a permitir que este político con pretensiones de caudillo pueda llevarlas a cabo. Con sus últimas declaraciones, Arzalluz se quita su careta de nacionalista moderado y pone al descubierto la enraizada y flagrante conexión ETA-Arzalluz. Es responsabilidad de la justicia actuar de oficio en este caso.


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