Domingo, 21 de septiembre de 2003

COLABORACIONES
Contra el tabú y el prejuicio
por JOSÉ REPISO MOYANO*

Ahora se suele decir "No me gustan las verdades absolutas"; pero, la verdad absoluta lo es si va de acuerdo con la razón. El planeta Tierra existe no porque nos guste o sea muy "querido", sino porque razonablemente existe; por tanto, en el contexto de la razón es una verdad absoluta. Alguno pensará que en un contexto desconocido, de una antirrazón o no sé qué, podría no ser así, sino de otra forma donde los borricos podrían hasta volar. Sea como fuere, aquí y ahora, en el contexto de la razón sólo vale lo racional, es decir de que la existencia del planeta Tierra es una verdad absoluta, guste o no guste, se quiera o se maldiga.

Así pues, no se trata de gustos, de echarle azúcar al planeta Tierra para que guste, sino de que la razón sólo admite firmeza, o sí o no existe, y no cabe un "casi", un "tal vez", un "eso parece". Sencillamente es así porque en la lógica de todo, en el equilibrio de todo concomitado, en lo causado -en lo antecedente- de todo no cabe la contradicción -no se puede avanzar hacia delante y avanzar hacia atrás al mismo tiempo por ejemplo-. Otro ejemplo: Si una persona tiene una enfermedad es porque algo le ha producido esa enfermedad, esto es racional, obedece a un principio, absoluto en el contexto racional, firme.

No obstante, intentando comprender retorcimientos, alguno podría decir que no en otro contexto ajeno al racional, pero ¿cuál? Tendría, entonces, que demostrarlo, y demostrándolo ya se situaría dentro del contexto racional. Tambíen se conoce el oportunista que dice que no cree en las verdades absolutas cuando toda su vida lo que hace es creer en ellas; pues, a la verdad absoluta de que sumergiéndose en el agua -sin mecanismo artificial de oxigenación- diez minutos se ahogará le hace caso, a la verdad absoluta de que no alimentándose durante un mes se morirá le hace caso, y así interminables casos. Es, a decir bien claro, un hipócrita sin darse cuenta; pero no quiere la realidad tal como es, niega la realidad que es lo grave, la niega.

Ya si nos ponemos a pensar detenidamente descubrimos o advertimos que hacemos caso instintivamente toda nuestra vida a las razones; pero, sin embargo, no lo reconocemos. Pensamos que decir "absoluto" es una maldición, cuando es sencillamente sustentar razones -y razones que sustentan realidad, no brujerías o paranoias-. Decir que ese bosque absolutamente está ahí es reconocerlo, dignificarlo, "estar con él". Decir que absolutamente somos una parte del Universo es decir que somos humildes ante su todo, que "somos por él". Decir que tenemos que amar absolutamente para comprendernos es decir lo que cualquier dios absolutamente desearía, lo que absolutamente nos salvaría de las guerras.

Pero no, nosotros -duros- seguimos y seguimos no reconociéndolo. Y atacando al que quiere ayudarnos; y defendiendo al que confunde y dice "relativo" porque le sale de sus... prejuicios, en un "¡viva la hipocresía y la sinrazón!" nuevamente.


*José Repiso Moyano es escritor.

 

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