Sábado, 3 de julio de 2004

COLABORACIONES
La coherencia
por JOSÉ REPISO MOYANO*

Tener razón no es defender lo que más suena ni al que más suena por trucos mediáticos de todo tipo, sino reconocer la razón en dondequiera que esté, en su máxima extensión, en su "limpio juego". Si alguien reconoce en función de los aspectos personales del otro es un loco o... parcialmente un loco -yo no puedo decir que no acepto la Ley de Gravedad porque la forma de ser de Newton no me gusta o que no tiene el título que a mí me gusta e impongo-. Porque, así, la razón la condiciona a cómo debe ser el otro para tenerla: blanco, negro, cristiano, pobre, con recursos iguales a, guapo, etc. Es decir, la condiciona a recursos más que a ella misma, la manipula en su método.

La coherencia es, en claro, no censurar con una rigidez mental a las razones que se demuestran, más que nada; reconocer que la Tierra no es el centro del Universo -esta verdad- aunque la hubiera dicho un paria o, bien, uno que tiene otra forma de vida u otra forma de carácter.

Y es que ante la razón o ante el esfuerzo de su búsqueda no hay privilegios, ni sirven prejuicios, ni etiquetas ni trucos; es, podríamos decir, la cualidad más pura, que hace más justicia de las que existen. Un mendigo, por ejemplo, podría llevar a prisión a Bill Gates si realmente pudiera demostrar que ha cometido un delito, y esto es sorprendente, es una vía sin duda para las dignidades humanas.

Pero, lamentablemente, hay países en donde hay intelectuales con un mentalidad pícara -dada a la frivolidad- y tozuda -inamovible en el error- que no aceptan algo aunque se demuestre. Por ejemplo, tras demostrarse con grabaciones que el expresidente Aznar afirmó y reafirmó que existían con seguridad armas de destrucción masiva en Iraq, pues, esos manipuladores siguen diciendo que no mintió.

No obstante, si la veracidad falla en los mismos intelectuales es sencillamente porque carecen de coherencia, porque están enloquecidos e intentan manipular en los medios de comunicación hablando de cosas raras, estúpidas y de nada en serio. Y, al ser muchos, son muchos los premios que reciben e, incluso, pueden recibir perfectamente el premio Nobel dada una coyuntura de manipulación. En cambio, el que es coherente casi nunca lo tienen en cuenta porque se enfrenta a todos por igual con la razón y, como todos quieren ser privilegio incondicional para alguien, aunque ése tuviera la misma ideología se le niega hasta el agua.

Para un ser humano coherente sólo racionalmente le importa la veracidad, pero ¿por qué? Muy sencillo, entre Galileo, Descartes, Colón, Darwin, Rousseau, Ghandi, etc. sólo existía algo en común: el amor a la veracidad. Por eso es tan importante, porque se lo debieron todo a la veracidad, y nosotros todo a ellos. Pues bien, es veracidad racional lo que demostraron -la que es consecuente a unos principios y no a espontáneas emociones- y y es razón lo que va siempre del lado de la veracidad - las emociones no siempre, ya que pueden mentir, manipular, deformar algo o negar cualquier demostración por mera negación, por egoísmo-. Sólo cuando las emociones tienen razones profundas son verdaderas emociones.


*José Repiso Moyano es escritor.

 

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