Sábado, 3 de julio de 2004

COLABORACIONES
Educar la sensibilidad
por JOSÉ REPISO MOYANO*

Toda persona educa su sensibilidad para algo en función de lo que debe realizar -por responsabilidad individual- y de lo que desea: una mujer puede educarla para ser madre, un niño para ser cantante o un niño- soldado para el odio o para la guerra.

Un pueblo puede haber sido educado para sobrevalorar el dinero, una joven lo puede haber sido para amar con respecto a la sublimación de unos cánones de belleza, un corporativismo de profesionales de la psiquiatría para ver enfermedades y no precisamente personas, sobre todo, que no han podido evitar las circunstancias que les ha tocado vivir -en este sentido existen enfermedades que corresponden a circunstancias que las posee todo el mundo: obsesiones, fobias, tensiones, etc.-, unos periodistas para aceptar guerras justificadas o, unos periódicos, no para proteger al ciudadano en general y a la razón sin cortapisas, sino unos intereses propios, muy propios.

En verdad, en un mundo donde se favorece a unos mucho y a otros no, los poetas de los países ricos se sobrevaloran demasiado por creerse sensibles, negociantes en ser solidarios por dar dinero del mucho que les sobra; en cambio, un ser humano en otro lugar puede ser perfectamente más sensible con su medio natural o los miembros de una comunidad en otro lugar más solidarios entre ellos. Pero lo peor o lo desagradable es que, éstos, no van todo el día presumiendo de ser sensibles o solidarios, no lo utilizan como cualidad o truco para el éxito o como recurso publicitario para dar una buena imagen de negocio, de pueblo o de país. O ¿es acaso algo que sirve para justificar errores, para lavar conciencias por el camino más corto?

En demostración posible, los medios de comunicación siempre difunden que son -¿cómo no?- los solidarios los países ricos -EE.UU., Francia, España, etc.- y, al ser solidarios, ¿para qué pedir más?, pues... que sigan haciendo lo que quieran. También, los santos en tales países desarrollados son muy "sonados"; pero no los de cualquier otro país, esos precisamente que tienen que esforzarse sin salida muchas veces más para, luego, ser considerados como nada. Manda lo que tiende a ser vividor y santo a la vez, inclusive la cara dura.

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Nota.- Otro aspecto, el cual no se debe olvidar, es que educan los que más poder tienen para resignar a los demás a que acepten su poder: que no se preocupen mientras ellos lo tienen todo organizado o preparado a su favor. Es la sangre fría, pero poseen casi todos los medios para que prevalezca.


*José Repiso Moyano es escritor.

 

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