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Sábado, 3 de julio de 2004
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COLABORACIONES
El trasfondo de los medios de comunicación por JOSÉ REPISO MOYANO*
Antes de que los periódicos abarcaran la información como artículo de
consumo,
ésta, era el sustento emocional y la educación del pueblo; la gente se
regalaba
lo que sabía, se reforzaban los lazos familiares -no se prescindían tanto
entre ellos,
pues, para saber había que escuchar a los padres, a los abuelos, etc.-, se
comprendían así y el trato era más humano.
Para conocer otras culturas suficientes eran los libros que se difundían de
autores
que las habían profundizado; pero, porque éstos tenían vocación, lo hacían
con
responsabilidad y con respeto a lo que les inculcaban al lector:
generalmente no
era válido cualquier recurso, por razón de que un autor en concreto se
encontraba idealizado para conseguir metas más humanitarias.
Bien, cuando el vender es la nota dominante de la información, su contenido
ya
no se priva de nada y, sin duda, se desenfrena por la búsqueda de lo que
crea
adicción, de lo morboso: vender intimidad de famosos, vender fama de lo
inútil y
el utilizar la frivolidad como "cortina de humo" contra todo, sin
escrúpulos. La
mujer se constata como la primera víctima, utilizada en todos los estilos
publicitarios: la mujer-objeto sexual, la mujer-dócil que es responsable de
la
felicidad del marido y la mujer-tonta que sólo sirve para las cuatro paredes
de su
casa.
Esto no quiere decir o no quita que los medios de comunicación no hayan
aportado esfuerzos para mejorar la sociedad, sino que tienen que asumir lo
que
ya han supuesto para empeorarla en muchos de sus aspectos; así es que son
responsables de las prioridades que dan cabida en sus páginas o por los
desaciertos que justifican al consolidar líneas demasiado cerradas de
expresión
política -son el único reflejo ante toda la sociedad de intolerancia
política-. Estos
medios deben ser comunes en los objetivos para afrontar los verdaderos
problemas reales de la sociedad, que pasan primero por no justificar lo
injustificable -guerras, derroche de bienes en construir armas o ánimos
patrióticos
por aislar culturas-; conque ese es el reto.
Téngase en cuenta que, con el dinero que se ha gastado en la guerra de
Afganistán y en la de Iraq, habría para alimentar a todos los que pasan
hambre
en el mundo; eso, en cuestión, es intolerable sobre cualquier idea, es
intolerable. Se pueden llenar los contenidos periodísticos con imágenes de
poderosos para que alcancen trato a favor; pero se seguirá con la misma
acusación de humanidad: lo que se ha hecho es intolerable, y ninguna
crueldad puede ser justificada como medio o, más claro, ninguna muerte
puede ser justificada como medio.
Lo que ocurre es que un irresponsable llevado al pedestal de su
sobrereferencia terminará por intimidar a los demás con sus otros bonitos
aspectos personales, hecho que ha pretendido eludir uno de los mayores
errores de los que a informar se dedican.
Tampoco hay que olvidar que existen periódicos que tienen el entendimiento,
digamos,de cemento, es decir, les importa un rábano todo y, conforme a eso,
construyen su estercolero privado para unos pocos aunque huela demasiado,
¡que menos importa! y, aunque les hagas razonar algo, se esconden y siguen
sin enterarse.
*José Repiso Moyano es escritor.
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