Domingo, 5 de septiembre de 2004

COLABORACIONES
Metafísica del yo emocional
por JOSÉ REPISO MOYANO*

Al "yo-solo" construido emocionalmente siempre le acechará la duda o la insatisfacción (1) por alcanzar una compañía complaciente, un tú seguro que no le falle, que sea el que le comprenda en todas sus dimensiones y, así al lado, incondicional, le consuele. Entonces, busca el "yo-solo" por entre todos los avatares de la vida a quien de forma segura le demuestre ser el "tú-encontrado"; porque lo buscará incluso aunque no quiera o lo hará siempre su subconsciente.

Pero el ser humano no es sólo consecuente consigo mismo, sino con unos seres de una colectividad que les han transmitido intuitivamente que sienten lo mismo -pues, la emoción se ha educado socialmente-, que esos miembros de su hecho social son copartícipes de tal angustia que busca -desea- una solución. Por lo tanto hay un valor existencial "de conjunto", de especie social, que continúa, que trasciende en usufructo de lo que existe (2).

En el fondo, también es una cuestión de dignidad humana a pleno riesgo hasta más allá de su conciencia, apoyada en que el ser humano se habituó a acompañar y a ser acompañado: cada "algo" que conocía le significaba una compañía productiva de sentimientos y de intimidad -valoración de sí mismo- (3) y, por empatía, acompañaba a lo que representaba realmente lo que había conocido. Con esto, defiende su protagonismo real, su presencia, frente a todo límite, frente a cualquier delimitación que no quiere concebir -ni puede hacerlo- emocionalmente (4); tal como Sócrates, en rectitud virtuosa, se enardeció para sí, fuerte contra la adversidad (5), construyéndose seguro en su interior (el "conócete a ti mismo" le servía de escudo protector, y nada más cierto).

El yo quiere al final descontaminarse, depurar su ciclo con un encuentro (saudade), ser lo más fiel a su origen pero sin despreciar su única conciencia: su irreductibilidad, su ego sobrevivido -luchado- y sobrevalorado, su separación de lo que no es (6). Su telos es su propia conciencia inesquilmable, una gnosis del yo en tanto que no procura sólo disolverse en el todo que lo protegerá, sino que se siente un complemento forjado, conformado (7), trascendido y, como tal, trascendente -un camino de vuelta-, una entelequia que se revela con una apropiación del yo -mirando hacia atrás- y con una remisión de él hacia la sinapsis del todo.

_______________________

(1) Según la teoría pascaliana, la idea emocional es un "esprit de finesse" (corazón), un sentimiento de finitud que crea, por tanto, insatisfacción.

(2) Según Hegel, la ideación del yo se proyecta fuera también en el paso del tiempo; semejante es la teoría del "tiempo creativo" de Bergson. En Stendhal, nostalgia por valores interiores que, por supuesto, trasciendan.

(3) No existe intimidad ni valoración de uno mismo sin el otro como pretendida compañía social.

(4) El sentimiento de angustia "por desesperar de sí mismo" porque tiene el ser humano el dilema ambicioso de "César o nada" defendido por Kierkegaard.

(5) Al final, en la proximidad de la muerte, se busca la reconciliación con todo, se anhela la paz, se anhela un destino liberador: el presentimiento de Conrad.

(6) Heidegger propugnaba la irreductibilidad del ser que lo caracteriza como diferente, como un luchador de su diferencia.

(7) El "sentimiento" o el comportamiento de componer es la nemónica (memoria) de la naturaleza.


*José Repiso Moyano es escritor.

 

© Copyright elojocritico digital
www.elojocritico.tk