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 Lunes, 24 de marzo de 2003

GUERRA EN IRAK
por ISAAC BIGIO*
Dilemas en la estrategia anglo-americana

A ESTRATEGIA de querer desmoronar al gobierno iraquí mediante super-devastadores bombardeos aéreos es algo que ha sido contemplado por Bagdad. Hussein busca llevar a las tropas invasores al combate urbano y cuerpo a cuerpo donde la ventaja tecnológica es menor y crece la ventaja de quienes conocen el terreno.

En algún momento el comando aliado deberá confrontar el hecho que los bombardeos selectivos sobre blancos militares tiene efectos limitados en un enemigo que se esconde dentro de los civiles y que, al igual que en Palestina, Líbano y Chechenia, se mimetiza con la población.

En el caso chechenio las tropas rusas arrasaron la capital Grozny y su política ha sido la del aplastamiento total. En el Líbano o en Palestina el ejército israelí nunca ha querido ganar a la población y ha buscado ser una fuerza de ocupación o de fomentar colonos o transferencias de poblaciones. Estas no son las opciones de los aliados quienes llaman a ganar a la población y proponen un Irak democrático.

Si caen en la trampa de bombardeos masivos indiscriminados se corre el riesgo de producir una fuerte reacción anti-estadounidense en Irak, el mundo árabe e islámico y occidente. Irak, sumido en escombros, se convertiría en un lastre, su reconstrucción costaría miles de millones a los aliados y no le sería nada facil a Washington mostrar que han liberado a Irak o hacer de éste un modelo de nuevo régimen económico y político para el medio oriente.

Por otra parte una guerra total conseguiría lo opuesto a lo inicialmente planeado: el aislamiento de Hussein. Haría que éste para amplios sectores se transforme en el líder de la resistencia nacional, árabe o islámica.

Otra posibilidad que tendría Washington es alentar a los kurdos del norte o a los chiítas del sur y este contra Hussein. En Afganistán demoraron varias semanas antes de decidirse a impulsar a la Alianza del norte contra los talibanes.

La diferencia con Afganistán está en que Irán y todas las potencias estaban tras esa Alianza y el único país significativo hostil a dicha alianza (Pakistán) tuvo que subirse a bordo. En Irak los kurdos y Turquía tienen una histórica enemistad. Para Ankara Mosul debe ser anexada, se debe evitar cualquier soberanía kurda (que pudiese contagiar a su propia población) y se debe vetar el ingreso de los kurdos a Irbil, la capital petrolera del norte donde hay mucha población turco-parlante. Irán podría entrar tras los kurdos o los chiítas y tener choques con los turcos o anglo-americanos.

Los kurdos y chiítas tienen malas experiencias con EEUU. En 1991 se levantaron contra Hussein motivados por Washington. Mas, Bush padre decidió abandonarlos permitiendo que Hussein les sofocase pues temía que esa irrupción pudiese generar revoluciones o el desmembramiento de Irak.

Si EEUU alentase a los kurdos o chiítas podría desencadenar fuerzas que más tarde no pudiese controlar, que presionasen para dividir al frágil Irak o que generarán susceptibilidades frente a Turquía o el riesgo de beneficiar al otro ‘eje del mal’: Irán.

Por el momento EEUU está jugándose a una guerra en la cual las únicas tropas combatientes aliadas que tiene son los británicos y australianos. No tiene a su lado soldados iraquíes o árabes. Sus fuerzas ya atacan directamente por tierra y no esperan a los efectos de prolongados bombardeos.

En la medida que las tropas aliadas, lejos de estar bien recibidas, sean resistidas con fiereza, y que se venga agotando la posibilidad de ganar a un sector del ejército local, aunque sea para que deserte, los EEUU se verán obligados a ir modificando sus operativos. Podrán acrecentar sus bombardeos y el consiguiente ataque contra la población civil, o podrán apelar a levantar a los kurdos y chiítas abriendo una caja de pandora.

Ciertamente los aliados tienen mayor poderío y ulteriormente podrían entrar en Bagdad. Esto último no resolvería todos los problemas pues la nueva administración tendría que enfrentarse a grupos de guerrilla y bolsones de resistencia.

La estrategia aliada se encuentra en un dilema. Para aparecer como liberadores deben buscar armar sectores iraquíes, pero temen hacerlo. La táctica de bombardeos especializados no podrá darse por siempre. Ya los servicios y el agua en Basora están afectados. Los francotiradores o guerrilleros escondidos dentro de los civiles obligarán a políticas que traten de cercar, transferir o reprimir a los civiles.

La guerra se complica y puede generar problemas en el frente interno con las protestas populares.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE). Colabora en la BBC, El Comercio, La Opinión, CNI y otros medios.

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