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 Miércoles, 3 de julio de 2002

por ISAAC BIGIO*
Corea: el conflicto que el Mundial no pudo tapar

IENTRAS LA selección sur-coreana de fútbol se enfrentaba en su país a los turcos por el tercer puesto, militares de las dos Coreas se enfrentaban en una batalla naval. Cuando Corea del sur perdía por un gol, 4 a 5 de sus marineros caían muertos al igual que una veintena de efectivos norcoreanos.

Tras el mayor espectáculo deportivo del 2002 se esconden una serie de pugnas de intereses. El mundial fue jugado en los países asiáticos con mayor presencia militar estadounidense y multinacionales oriundas. Corea del sur aprovechaba el mundial para potenciar su imagen y sus inversiones (hay consorcios como Samsung que están presentes en todo el globo), para distraer a la opinión pública en una nación donde han sido usuales marchas masivas que se enfrentan a la policía, y para aislar a su vecino del Norte.

El régimen norcoreano es uno de los más aislados del mundo. Mientras Clinton buscó usar la diplomacia para ir moviendo a dicho estado hacia hacer reformas pro-mercado tipo China o Vietnam, Busch ha optado por la confrontación abierta y por colocarlo entre uno de sus 3 ejes del mal.

La copa FIFA debía ayudar a tal propósito. Mientras el Sur se convertía en la sede, el Norte fue excluído de participar en las rondas eliminatorias. Hasta antes del 2002, el elenco asiático que mejor había quedado en un mundial fue el norcoreano cuando en 1966 llegó a octavos de final.

En Corea del Norte, que vive su mayor hambruna, veía que se les marginaba de una copa jugada en la mitad sur de su país al tiempo que por primera vez llegaban a esta sus otros dos vecinos (China y Japón).

En las hinchadas portuguesa, italiana y española hay mucho descontento pues se percibe que un arbitraje parcial condicionó las victorias sud-coreanas. La presencia del jefe de estado, Kim Dan-jung en los últimos partidos de su selección servía para afirmar cuan importante es para dicho régimen que ésta llegase tan lejos. Para el hombre de la calle hay la sospecha que algunos partidos pueden arreglarse tras la mesa y que ello ya ha ocurrido en anteriores oportunidades.

Dictaduras como las de Mussolini o Videla utilizaron las copas jugada en casa (1934 y 1978) para producir la victoria de la escuadra nativa, la misma que terminó dando más réditos políticos al régimen que otras acciones militares. La sospechosa goleada propinada por Argentina contra Perú (regido por una junta castrense amiga) en la copa 1978 permitió que los anfitriones llegaran a la final y que su triunfo consolidase a un régimen basado en torturas y ejecuciones extra-judiciales. En cambio, la única incursión bélica que éste hizo (Malvinas 1982) aceleró su desintegración.

Las competencias deportivas siempre han escondido pugnas políticas y económicas. Durante la guerra fría las olimpiadas fueron un terreno en el cual la URSS, EEUU y China disputaban no solo medallas sino ver cual sistema y potencia podía ofrecer mejores condiciones para la actividad humana.

El primer mundial jugado fuera de Europa y las Américas se realizó en el último rezabio de dicho conflicto. Corea se mantiene como el único país que aún se haya partido como resultado de ello. Mientras Vietnam, Alemania y Yemen se han unificado bajo modelos que promueven el mercado, Corea se haya polarizada entre un estado derechista y el mayor rezabio de stalinismo. El Norte mantiene una economía centralmente planificada en torno al culto a la personalidad, el cual tiene muchas menores conseciones al mercado que Cuba o China. El Sur aspira a que el capitalismo termine uniendo al país mientras que en el norte se quiere mantener un sistema que garantiza el pleno empleo y servicios sociales gratuitos pero donde hay élite privilegiada.

EL FUTBOL DA PODER

La FIFA ahora tiene una decena más de miembros que la propia ONU. Esta ha sido la primera copa en la cual han participado 32 países cuya suma de poblaciones equivalen a la mitad de la humanidad. Una competencia, que antes era casi monopolio de Europa y Latinoamérica, hoy recién ha logrado contar con la presencia de los 5 miembros del consejo de seguridad de la ONU y de 7 del Grupo de los 8, así como que 5 continentes lleguen a octavos de final, y que países asiáticos, musulmanes y budistas lleguen a cuartos de final.

La FIFA no es el FMI o la OTAN, pero el fútbol viene cobrando mucho poder. Este ocasiona levantamientos urbanos (como el ruso durante esta copa) y en 1969 fue el petexto para una guerra entre. El defensa colombiano que cometió el autogol frente a EEUU en 1994 fue asesinado en dicho país plagado de mafias y violencia.

Así como los Macdonalds y la Coca Cola vienen uniformizando el consumo global, el balompié tiende a ir superando a otras disciplinas como el deporte por excelencia de la globalización. El rugby se va confinando a los países de presencia celta, el cricket a la mancomunidad británica de naciones y el béisbol a países donde EEUU tiene influencia o tropas.

Los mundiales se vienen tornando en el evento deportivo por excelencia de la globalización. El mercado tiende a dominar todo. El aumento del volúmen del negocio del balompié supera al presupuesto de Francia y otros miembros del club de los 7 ex-imperios más ricos. La mayor potencia futbolística de todos los tiempos (Brasil) está virtualmente en manos de la transnacional Nike. Para el coloso sudamericano ser pentacampeón es un consuelo que ayuda a olvidar los altos índices de pobreza, desempleo y carencia de tierras para millones de familias.

Mientras que el ingreso promedio de un senegalés (menos de $30 mensuales) no le permitiría pagar un día de hotel en Japón para ver a su equipo, hay entradas que se vendieron al equivalente de 4 años de sueldos senegalenses. Los ingleses si pudieron darse el lujo de tener miles haciendo una de las barras más fuertes. Cuando Senegal derrotaba a la de sus ex-colonizadores (Francia) y a Suecia, lo hacía frente a países cuyo ingreso semanal por familia equivale a todo lo que gana una familia senegalesa en un año. Mientras la devastada Afganistán exporta anualmente menos de $70 millones, hay jugadores que se venden y compran a precios mayores.

Lo que debería ser un deporte que ayude a la recreación queda transformado en un negocio que mueve billones y que se presta a presiones políticas. Esto se ha dado desde sus inicios. Basta recordar como el fascismo italiano logró desarticular al equipo argentino (vice-campeón en la primera copa de 1930) absorviendo a varias de sus estrellas para el elenco italiano que ganaría en el mundial de Roma 1934, o como Hitler logró anular el partido donde el Perú jugando en su propia casa (olimpiadas de Berlín 1936) pudó derrotar a la escuadra de la Austria natal del jefe nazi.

El nuevo mundial en Alemania 2006 servirá para consolidar el poderío de esta nación reunificada desde 1989-91 así como la hegemonía que ésta viene teniendo en el euro, la UE y en el este europeo que desarticula la economía estatizada para abrirse a los capitales germánicos.

Japón y Alemania, las sedes de las dos copas de este milenio, fueron los grandes derrotados en la II guerra mundial. Quienes quedaron vetados de contar con tropas en el exterior ahora van revisando sus pol> íticas militares. Los germanos ya envían tropas desde la ex-Yugoslavia hasta Afganistán. Japón discute hacer lo mismo y dotarse de armas nucleares. Ser los anfitriones de mundiales no sólo ayuda a conseguir millones en turismo, publicidad, telecomunicaciones y en alentar a las multinacionales locales, sino que contribuye a limpiar la imagen anterior. Ambos países deben buscar eventualmente transformar su poderío económico no solo para anfitrionar mundiales sino para entrar al consejo de seguridad de la ONU.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE).

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