CRISIS DE IRAK
por ISAAC BIGIO*
Hacia una nueva guerra
LAIR Y Bush en el cónclave en Camp David prepararán el inminente ataque contra Irak. Se discutirá si desencadenan el bombardeo con o sin la venia de Naciones Unidas. Sin embargo, nada parece que podrá detenerlos. Ambos aceptan que Irak carece de cualquier arma nuclear. El informe de los investigadores de Naciones Unidas no puede mostrar contundentemente la presencia de mayores armas químico-biológicas. Tampoco se muestran pruebas que relacionen a Hussein con Bin Laden. Blair se ha convertido en el principal propagandista y soporte de Bush. Sin embargo, el premier británico ve crecer una fractura dentro de la Unión Europea con el eje Francia-Alemania opuesto a una pronta invasión. La mayor parte del electorado laborista y de la población británica es hostil a la guerra. El 15 de Febrero se prepara en Londres una marcha pro-paz de un millón de personas, la más grande que puede haber desfilado por la capital del que fuera el mayor imperio ultramarino. Los más de 50,000 bomberos británicos están haciendo huelgas que cuentan con significativo respaldo popular. El laborismo, partido fundado por los sindicatos, se encuentra dividido al respecto y con la posibilidad de tener que enajenar a muchas de sus bases reprimiendo a los huelguistas en medio de un conflicto externo. Dentro del laborismo diversos parlamentarios sostienen que con la guerra se busca beneficiar a las petroleras anglo-americanas para que se apoderen del segundo yacimiento de oro negro del Medio Oriente. Blair insiste que es necesario parar a Hussein para evitar el peligro que armas de destrucción masivas sean utilizadas contra Occidente. El principal poseedor de dichas armas es EEUU, cuyo presupuesto militar es mayor a la suma de las 7 restantes potencias militares. Washington lo que quiere es evitar que pequeños estados contestarios puedan tener cierta capacidad bélica que les permita un margen de negociaciones. Después de zanjar con Bagdad su próximo objetivo sería Nor-Corea. Un académico de la LSE sostiene que vivimos un tiempo similar al de los piratas por lo cual las potencias dominantes tienen el derecho de entrar a diversos países con el fin de aplastar a los terroristas. El consejo de seguridad de la ONU se encuentra dividido. Francia, Rusia y China quieren hacer lo posible por evitar una nueva guerra. En ellos existe el temor que las potencias anglo-parlantes traten de erigirse en la única policía global. Una victoria militar sobre Irak permitiría a la alianza Washington-Londres transformarse en el árbitro del mundo. La muestra de su fuerza bélica serviría para ir aislando o socavando a regímenes que no son parte del nuevo orden neo-liberal (como Corea del norte, Cuba, Libia, Irán). Implicaría una señal para que no pudiese existir nadie que les desafíe. Para quienes conciben que las multinacionales anglo-americanas vienen imponiendo una dictadura planetaria esto implicaría una mayor esclavización de la humanidad. Para quienes consideran a la casa Blanca como el guardián del mundo libre y civilizado ésto implicaría un paso a la liberalización del globo.
*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE). Colabora en la BBC, El Comercio, La Opinión, CNI y otros medios.
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