Hoy es prácticamente imposible encontrar un buen arroz seco en la ciudad que es cuna del plato señero de la gastronomía española

L VIAJERO llega a Valencia y tras un agradable paseo por la recientemente remozada ciudad o visitar uno de los faraónicos museos del antiguo cauce del Túria, lo primero que se pregunta es donde comer un buen arroz, y aunque la pregunta sea sencilla, y casi obvia, la respuesta es desalentadota, hoy es prácticamente imposible encontrar un buen arroz seco en la ciudad que es cuna del plato señero de la gastronomía española. Las opciones que se barajan son, o bien ir a uno de los restaurantes Top donde casi siempre por encargo se puede tomar un (eso si) buen arroz a precios desorbitados, o inclinarse por los adocenantes arroces de la Malvarrosa. Una buena decisión es la de sustituir la inencontrable paella valenciana por un buen arroz meloso, y en estos la palma se la lleva El Tossal, un moderno y acogedor comedor familiar situado en el mismísimo centro del barrio del Carmen, allí José en la sala y su hermana Raquel en la cocina dan una lección de buen hacer con un menú de de precio imbatible. Por 22 euros el comensal puede disfrutar de un entrante ligero, como unas ensaladas restallantes de frescura y sabor o unas sopas frías vegetales que desarman por su sabor y simpleza y a continuación un arroz a elegir, generalmente uno de carne y otro de pescado con productos fresquísimos procedentes del vecino Mercado Central. El otro día, un arroz con pollo de corral y setas era un compendio de punto, hondura y sabor, el arroz se presentaba suelto y sabroso, el pollo, criado en casa, era de esos cuyo sabor por desgracia prácticamente habíamos olvidado, y el acompañamiento de unas setas que en plena temporada eran una explosión de sabores del bosque, lástima que para rellenar se introdujeran unas cultivadas shi-take que estropeaban el conjunto, un detalle nimio ante un plato de semejante calibre. Como postre un buen aunque no ligero tocino de cielo o un bizcocho de chocolate acompañado de su helado y su sorbete dan un colofón perfecto a una espléndida comida. Quien da más por ese precio, pues además la carta de vinos aunque corta muestra inquietud y originalidad, y aunque en blancos y cavas podría mejorar, un buen tinto valenciano de Toni Sarrion o de Celler del Roure hacen un almuerzo inolvidable.

Por la noche ya se cena a la carta y la casa se vuelve más irregular, aunque a estos precios...