En el cosmopolita barrio madrileño de Lavapiés, nos damos de bruces con un pequeño y recóndito local donde preparan unos arroces que rozan la perfección

ABLÁBAMOS HACE unas semanas de lo difícil que era encontrar una buena paella en Valencia, cuando de repente, en el cosmopolita barrio madrileño de Lavapiés, nos damos de bruces con un pequeño y recóndito local donde preparan unos arroces que rozan la perfección.

En El Ventorrillo Murciano José María Muñoz y su mujer dan una lección de murcianismo y honradez en la cocina. Con productos fresquísimos de la huerta y el mar, y una variedad de arroces, de conejo con verduras, conejo con caracoles, carabineros, verduras, bacalao... que se presentan perfectos de punto, sabor y hondura (aunque no llegan socarrat ya que en Murcia no está bien visto) basados en el finísimo grosor, un dedo, de la capa de arroz que permite que el grano tenga el mismo punto de cocción en toda la paella.

El otro día uno de conejo y caracoles estaba sencillamente delicioso (aunque los caracoles, cultivados, no tenían demasiado sabor) y el de carabineros y mero era una auténtica delicia. Por poner un pero diríamos que las raciones son un poco escasas, pero con pedir para uno más del número de comensales que se presenten basta.

De entrada, unas buenas almendras fritas, una ensalada de tomate y mojama, o un espléndido zarangollo, una especie de pisto de cebolla y calabacín, abren el apetito para cualquiera de los estupendos arroces que aparecen presentados y servidos en su paella.

Como postre un rico Pan de Calatraba acompañado de un bizcocho de chocolate constituyen un brillante final a una estupenda y racial comida.

La carta de vinos es amplia y representativa de los mejores vinos de Murcia, una región que con sus vinos de Jumiya, Yecla y Bullas está en pleno auge, pidan un Altos de Luzón y la comida habrá sido un lujo.