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 Miércoles, 19 de marzo de 2003

CRISIS DE IRAK
por ISAAC BIGIO*
¿Qué puede pasar con la nueva guerra?

LGO QUE llama la atención en esta inminente guerra es cómo las cámaras de TV pueden filmar el desplazamiento de tropas anglo-americanas en el borde con Irak. A diferencia de un ataque sorpresivo, éste ha de ser una invasión anunciado y donde abiertamente se muestran al enemigo las tropas y armas que se buscan implementar.

Hay una célebre serie de ciencia-ficción norteamericana (Star Trek) donde el enemigo más terrible son los tecnificados ‘Borg’ quienes acuñan una frase que se quiere usar contra los iraquíes: Toda resistencia es inútil.

Washington quiere evitar una guerra cruenta y larga, así como hacer lo posible por no destruir mucho la infraestructura de un país que debería reconstruir. De allí la importancia de la guerra psicológica. Cuando se hizo explosionar recientemente la ‘madre de todas las bombas’ en La Florida, las FFAA estadounidenses adujeron que el principal objetivo del mayor arma no-nuclear de destrucción masiva no es sólo eliminar todo ser en un radio de más de un kilómetro a la redonda, sino producir tal ruido y temor en los atacados que les obligue a tirar la toalla.

La BBC tiene un experto que trae a la pantalla los informes de sus contactos secretos que tiene en la inteligencia. Según él hay numerosos oficiales iraquíes que se han contactado con los futuros ocupantes manifestando su disposición de abandonar sus posiciones.

Bush fue muy claro en su discurso del 18 de junio. Tendió la mano a militares iraquíes contra Hussein y alertó que no habrá excusa para quienes quemen pozos petroleros o usen gases.

Numerosos volantes y emisiones radio-televisas apuntan a convencer a los iraquíes a que se queden en sus casas y a que no defiendan a su país. El objetivo es cabalgar sobre el descontento de etnias como las chiíta o kurda (mayoría de la población) y de un pueblo cansado de sanciones y autocracia.

El ideal de Bush-Blair es una guerra rápida que avance sobre la base de masivas deserciones en las FFAA iraquíes y que pudiese acabar siendo bienvenida por amplios sectores de la población.

Hussein también ha reaccionado en el combate psicológico. El ha aparecido regularmente en la TV y calmado. Su comando de batalla aparece desafiante y llamando a acciones en todo el mundo para parar la última agresión norteamericana. A diferencia de los atacantes, las cámaras no han entrado a filmar a sus tropas. Sin embargo, algo que sí han mostrado son cientos de combatientes suicidas.

El cálculo de Hussein consiste en resistir en ligares claves (como Bagdad o Tikrit) para alargar el conflicto a fin de producir olas de protesta en el mundo islámico y occidental. Mientras la guerra más se complique tanto mejor.

Saddam podría buscar provocar a Israel. A diferencia de 1991 ahora Sharon está en el poder y ha prometido responder directamente. Si eso pasa Hussein pudiese querer aparecer como abanderado de la nación árabe contra la ‘entidad sionista’. Bagdad podría lanzar mísiles contra Israel y daría un golpe publicitario si uno de ellos impactase en Dimona, la principal factoría de armas nucleares de la región. Sin embargo, la mayor parte de los mísiles de largo alcance han sido demolidos y posiblemente no le quede ninguno que llegue hasta el Mediterráneo.

Hussein también pudiese emplear armas químico-biológicas. De hacerlo podría empujar a Francia a ponerse del lado militar de EEUU y a dar justificativos a Washington. El que cientos o miles de atacantes mueran gasificados podría implicar que Hussein juegue a crear temor en los atacantes y pedido de familiares para el retiro de tropas, y también enajenar a sectores de la población occidental contra la guerra.

Por el momento EEUU juega a que el único rival que tendrá será el menospreciado Hussein. Sin embargo, el panorama puede complicarse. Hay por lo menos 4 sectores armados en la oposición iraquí. Los dos partidos kurdos quisieran avanzar hasta Irbil y Turquía pudiese intervenir para frenarlos evitando la constitución de un magneto autonomista kurdo o represalias de éstos hacia la fuerte población turcófila de esa urbe petrolera.

El chiíta Consejo Supremo de la Revolución Iraquí cuenta con el aval de Irán y el uso de su territorio para ir infiltrando combatientes. Teherán sabe que es el siguiente ‘eje del mal’ que seguirá a Bagdad. La alianza anti-talibana con Washington en Afganistán no les produjo muchas recompensas.

Hay sectores ligados a Al Qaeda que actúan en el Kurdistán iraquí. Bin Laden ha señalado la estrategia. Se trata de atrincherarse esperando que pasen las bombas para luego emboscar a los atacantes.

La mejor posibilidad que hay para dar con un dictador es con un levantamiento popular autónomo. Con su intervención EEUU no tendrá fácil la tarea de dar con Hussein. Hace más de un año ingresaron a Afganistán y no han apresado a Bin Laden o al jefe talibán, Mula Omar, del cual ya no se habla.

EEUU quisiera imponer su protectorado. Mas, habrá resistencia. Los distintos grupos de oposición pugnarán por sus respectivos intereses. La oposición pro-estadounidense tiene poco arraigo popular. Los comunistas, nacionalistas, kurdos y chiítas tienen sus propias agendas. Turquía e Irán competirán por áreas de influencia e incluso podrían enviar tropas agravando la situación.

Una guerra desata como caja de Pandora muchas novedades. Si los anglo-americanos no consiguen el desmoronamiento del ejército iraquí y una pronta victoria, el panorama ha de complicarse y con ello la estabilidad de sus respectivos regímenes en casa.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE). Colabora en la BBC, El Comercio, La Opinión, CNI y otros medios.

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