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 Miércoles, 19 de marzo de 2003

CRISIS DE IRAK
por ISAAC BIGIO*
Lo que está detrás del debate en el Consejo de Seguridad

ACIONES UNIDAS se encuentra en medio de una crisis que podría acabar con su credibilidad. Debe votar si autoriza una guerra contra Irak aunque Bush-Blair afirman que atacarán Bagdad aún sin su venia.

Las conferencias internacionales de países no alineados, así como la de los musulmanes y la Liga Arabe han votado contra la guerra. El 15 de febrero se realizó la mayor marcha global de la historia: más de 10 millones se movilizaron en cientos de ciudades contra la guerra.

El voto a favor o no del ataque no lo tomará la asamblea general de Naciones Unidas, sino un consejo de seguridad de 15 miembros. Sólo 4 de ellos están abiertamente en pro del ataque (EEUU, Reino Unido, España y Bulgaria), aunque dentro de éstos hay oposición popular a una acción unilateral. Alemania, Siria, Francia, Rusia y China se oponen. Hay 6 miembros que están en el medio de ambos bloques y que quisieran dar más tiempo a los inspectores para que desarmen a Hussein, pero tienen demasiada dependencia frente a la economía estadounidense.

Para tener el aval de un organismo que cuenta con 191 países miembros, Bush-Blair requieren del voto de 9 miembros del consejo de seguridad y que Rusia, Francia o China no veten. Esto es muy difícil de conseguir pues los informes de los inspectores han demostrado progresos y en el área nuclear se han tildado de falsas las afirmaciones de la inteligencia anglo-americana sobre que Bagdad tuviese uranio o tubos para armas atómicas.

La diplomacia del dólar debe buscar influir el voto de 3 de los países africanos más pobres que hay (Angola, Camerún y Guinea), de México y Chile, cuyas economías se basan en acuerdos de libre comercio con EEUU, y de Pakistán, uno de los mayores aliados islámicos de Washington.

Si Bush-Blair pisan el tablero y se lanzan a invadir Irak sin el voto el consejo de seguridad se corre el riesgo de fomentar el anti-norteamericanismo, protestas masivas y olas de violencia. El propio Blair podría caer al haber enajenado a su población y a su propio partido laborista. Su esperanza es que las concesiones que Hussein hizo para desarmarse ayudasen a lograr un rápido y poco sangriento triunfo militar, y que ello les permitiese aparecer como ‘liberadores’ de Irak.

Lo que está en juego en el debate del Consejo de Seguridad no es sólo la cuestión iraquí sino que futuro tiene Naciones Unidas. En el fondo la cuestión es que entidades construidas durante la bipolaridad, como eran la ONU o la OTAN, deben cumplir un nuevo rol con la actual unipolaridad.

EEUU se ha transformado en el único hiper-poder. Su presupuesto militar es mayor que el de la suma de todo el conejo de seguridad. Nunca antes desde que el globo se unió en torno a un sistema económico ha existido una hegemonía tan poderosa. En las 2 guerras mundiales se acabó la multipolaridad protagonizada por los grandes poderes europeos. La desintegración del bloque soviético dejó a una sola potencia en la ‘cancha’ y ésta no quiere volver a compartir su supremacía con nadie.

Desde hace 12 años, cuando colapsó el titán soviético, todas las guerras que ha promovido Washington han tenido a Londres de aliado y se han dado contra desprestigiados regímenes con poco apoyo popular e internacional y limitado arsenal.

La nueva tesis es que en un mundo unipolar sólo una potencia puede jugar el rol de gendarme. La OTAN y la ONU deben unirse para desmantelar ya no al comunismo sino al llamado ‘terrorismo’. Esto, aunque sea utilizando el terror y armas de destrucción masivas contra los denominados ‘ejes del mal’.

Si Bush-Blair se imponen en Irak habrá empezado a triunfar dos nuevas tesis disímiles al derecho internacional: la de la intervención unilateral y la preventiva. Gracias a ello China podría atacar Taiwán o Rusia a Georgia en aras de ‘prevenir’ posibles ataques. Como ello implicaría el retorno de la ley de la selva el único árbitro que podría evitar ello no sería la ONU sino los EEUU.

Londres, Madrid y Roma han decidido que la mejor forma para recuperar lo que antes fueron grandes imperios consiste en ir tras la hiper-potencia. En cambio para las 3 grandes potencias continentales europeas y para China la necesidad de evitar la captura estadounidense de Irak no se da solamente por intereses petroleros o por un equívoco pacifismo. La razón de peso es que éstos conciben que si Washington se impone su margen de maniobra quedará reducido y ello afectará sus intereses comerciales y geo-políticos.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE). Colabora en la BBC, El Comercio, La Opinión, CNI y otros medios.

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 Los 30 aliados de EE UU | por Isaac Bigio
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