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 Miércoles, 19 de marzo de 2003

CRISIS DE IRAK
por ISAAC BIGIO*
Tony Blair vs Tony Benn: El debate entre el Nuevo y el Viejo Laborismo

STA SEMANA la TV británica presenció 2 programas estelares con relación a la inminente guerra contra Irak. El martes 4 apareció Tony Benn entrevistando a Hussein en busca de evitar la confrontación. Dos días después el premier Tony Blair salió respondiendo al público para tratar de respaldar al informe de Colin Powell en pro de ir hacia una intervención armada.

Ambos personajes de similar nombre son líderes históricos del gobernante partido laborista. Mas, ambos representan los dos extremos entre los cuales se haya éste dividido. El veterano Tony Benn, quien sirvió en el parlamento más de 4 décadas, es portavoz de las antiguas posiciones laboristas a favor del desarme unilateral y de mantener el estado de bienestar social. El ‘joven’ Tony Blair ha logrado que su partido abrace varios de los principios del conservadurismo incluyendo el apoyo al intervensionismo militar unilateral estadounidense y la privatización y restricciones de los servicios públicos.

Para Benn esta es una guerra por el control del segundo yacimiento de oro negro del medio oriente. No sólo producirá más muertes sino que fomentará actividades terrorista en el Reino Unido. Para Blair si el petróleo fuera la razón hace tiempo se hubiese llegado a un acuerdo con Hussein. Para él se trata de ir desarmando a Saddam y a todo otro régimen que pueda tener armas de destrucción masivas, las mismas que pudiesen ser utilizadas por grupos terroristas contra occidente.

Para la izquierda laborista resulta inconcebible una guerra que costará unos 5,000 millones de dólares al presupuesto británico mientras que se viene recortando los beneficios sociales y las partidas asignadas a hospitales y escuelas estatales. Para la derecha laborista hay que mantener los recortes para modernizar la economía y la guerra quedaría justificada para crear un orden mundial más proclive a Londres y Washington y más libre de amenazas contra occidente.

El laborismo muestra sus dos almas. Este es un partido sui generis. Formalmente parte de la internacional socialista, su discurso ha eliminado la referencia al socialismo. Mientras el resto de partidos socialdemócratas impulsaron sindicatos, en el Reino Unido los sindicatos crearon su propio partido.

Mientras la socialdemocracia continental europea se nutría de lenguaje marxista, el laborismo siempre tendió a ser pragmático y nunca rompió realmente el cordón umbilical con el viejo partido liberal, tras el cual inicialmente se cobijaron los líderes sindicales.

Hasta la primera guerra mundial los dos grandes partidos británicos eran el liberal y el conservador. El primero representaba a los industriales partidarios de dar autonomías a las colonias y gobernar con el libre comercio. El segundo expresaba a las oligarquías rurales y al expansionismo imperial. Al acabar la gran guerra (1918) el liberalismo tendió a marginalizarse, mientras que el laborismo pasó a ser la única alternativa de gobierno ante los conservadores.

Para Blair la tragedia británica es que el giro del laborismo hacia la izquierda y alejándose del liberalismo permitió escindir a los radicales y que el siglo veinte sea dominado por gobiernos conservadores. Su actual objetivo es marginalizar a los ‘tories’, incluso buscando fragmentarlos, para permitir un siglo XXI liderado por el centro radical laboral-liberal. Para lograr ello el laborismo necesita refundarse y transformarse en un nuevo partido que acepte varios de los principios thatcheristas de la economía de mercado y de compartir con EEUU el rol de policía global.

Este giro ha permitido a Blair ocupar el centro político, ganar a muchos sectores empresariales y de clase media históricamente ligados a los conservadores, y empujar a los ‘tories’ hacia una derecha más dura, anti-europea y poco popular, lo cual, a su vez, les conduce a derrotas y divisiones.

Blair puede irrogarse el mérito de haber conducido a su partido ha ser por primera vez re-electo en el poder y con abultadas mayorías parlamentarias. Sin embargo, para las bases laboristas no hay mucha diferencia entre el ‘viejo conservadurismo’ de Thatcher-Major y lo que ven como el ‘nuevo conservadurismo’ de Blair. El gobierno que debería defender a los sindicatos es el mismo que se ha enfrentado a éstos introduciendo el pago de matrículas en las universidades, reduciendo los beneficios a los asilados, las madres solteras y los discapacitados, recortando el presupuesto a hospitales y escuelas, reduciendo el derecho a la compra a los inquilinos municipales y ahora mostrando intransigencia ante los bomberos en huelga que piden el mismo porcentaje de aumento que se han auto-impuesto los parlamentarios (40%).

El Nuevo Laborismo se defiende argumentando que su país conoce baja inflación, intereses y número de desempleados, y que el Reino Unido es uno de los países europeos más estables y donde los racistas y la derecha menos crecen. Para los laboristas históricos esto se ha producido a costa de transformar a su partido en una variante de la derecha.

En sus primeros 5 años Blair logró evitar mayores disidencias dentro del partido. A los sindicatos e izquierdistas se les decía que si movían el piso los tories podrían volver al premierato. Mas, recientemente el piso a Blair se le ha estado moviendo. La oposición a la guerra, que inicialmente produjo la rebelión de unos 50 parlamentarios laboristas, se viene extendiendo al punto que la mayor parte de los activistas van a apoyar la marcha anti-bélica del 15 de febrero que se calcula llegue a un millón. Robin Cook ha liderado otra rebelión contra los intentos de Blair de evitar una ansiada reestructuración de la casa de los Lores. Esta es la única cámara no electa y que tiene poder de veto. Mientras el laborismo histórico ha llamado a hacer que todos sus miembros sean designados por el pueblo, Blair intenta mantener las designaciones.

El corrimiento de Blair hacia la derecha ha puesto, por primera vez, a los liberales a su izquierda. Tanto éstos como los nacionalistas escoceses y galeses, quienes vienen avanzando a costa del laborismo, le retrucan haber abandonado su pacifismo y a los principios de una buena educación y salud públicas. Contra el laborismo empiezan a crecer los socialistas quienes han alcanzado una significativa presencia en urbes como Glasgow o Coventry. Los racistas del BNP han empezado a cosechar algunas consejalías municipales en zonas de tensión étnica.

Blair se está jugando el pellejo con su alianza con Bush. Si no logra convencer al público británico o si la guerra resulta más costosa y sangrienta de lo esperado, el laborismo irá a una crisis. La elección del ‘rojo’ Ken Livingstone a la alcaldía londinense, hecha al margen del partido y compitiendo contra éste, es un precedente.

La guerra contra Irak también se convertirá en una guerra entre el nuevo y el viejo laborismo.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE). Colabora en la BBC, El Comercio, La Opinión, CNI y otros medios.

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