por JOSÉ REPISO MOYANO*
El conocer como medio
UANDO SE percibe algo se conoce antes su concepto y no su objeto, eso
significa que un ser humano tiene en su mente el concepto mesa antes
que el objeto de mesa; es decir ya está dado su concepto, "a priori".
Pero si el ser humano no tuviera ese "a priori" la mente la tendría en
blanco
y el conocer resultaría imposible porque los objetos no se pueden meter de
forma directa en la mente: sólo a través de una captación, es decir, son una
suscepción de ellos sobre un medio receptor del que los conoce.
El conocimiento es "el haber hecho llegar hasta mí", haber recibido los
objetos con algo que consigue que se reciban en cuanto que recibir es el
hacer efectiva la propiedad del "por medio de algo recibo".
En los animales y en las cosas en general igualmente ocurre así, que los
objetos no llegan a un sujeto sin una predisposición receptiva -un medio-.
Por eso, con la seguridad de que conocemos los conceptos de los objetos
antes que los objetos, no sirve esa condición para negar que no conozcamos
los objetos, sino todo lo contrario, porque tal seguridad del medio ofrece
la conciencia -en el caso de nosotros- o la realización -praxis de lo real-
del
recibirlos; conforme a que sólo se tiene conciencia del conocerlos a través
de un medio o de un receptor que los concibe mientras los recibe: una
leona al percibir sus crías está actuando -concibiéndolas- a la vez sobre
ellas
con su medio perceptor.
Así que se podría decir que la prioridad predicha da la única garantía de la
seguridad del conocer los objetos, pues, se tiene que vivir la percepción
-medio- antes que la vida, si no lo contrario sería "vivir la vida sin medio
perceptivo" contraviniendo a que el vivir sea la expresión de lo perceptivo;
como considerar el movimiento sin medio espacial contraviniendo a que el
movimiento sea la expresión del espacio; como considerar la energía sin
su medio de movilidad contraviniendo a que la energía sea la expresión de
lo móvil. Con esto, la calidad de recibir los objetos por medio de conceptos
no es más que un bien imprescindible que asegura o que garantiza el
conocer los objetos: ese traerlos hasta uno con la seguridad de que ya se
cuenta con un medio que los traerá, que los hará conocimientos.
Sin duda, sin contradicción, el conocer las cosas sin medio es un no-conocer
y para el ser humano el pretender conocerlas sin el concebirlas
anteriormente como cosas conceptuadas, diferenciadas, señaladas en un
orden es un desacierto o, ¡peor!, algo imposible: desorden, caos y
desconocimiento en suma.
El ser humano cuando percibe un león ya, a priori, lo tiene ordenado como
realidad, lo tiene conceptuado como mamífero, como animal y como
ser vivo o como anímico; si no, no lo conocerá, se vaya a la cima del Teide
a hablar con el mismo Buda.
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Notas.- La experiencia no existe ajena al sujeto experimentador, ni el
conocer existe ajeno a la experiencia, lo que deduce que el sujeto ya
conoce y más en la medida que aumenten sus capacidades por conocer.
Kant señaló los conocimientos "a priori" que la razón posee, pero él los
sostenía "frente" a la experiencia y no "en" la experiencia, contradiciendo
a
la misma realidad, apartándola como un logro y no asumiéndola como un
generalizado estado sin apartaderos reales que van en su contra -lo que es
pura contradicción-.
La comunicación conceptual la utilizamos en cualquiera de las vías
comunicativas que bien se elijan -música, arte, el tacto, el mismo silencio,
etc.-, pero el lenguaje las abarca todas como globalidad: las usa todas como
recursos. Es evidente que los seres humanos no se podrían comunicar con
sólo el tacto, o con sólo el arte, sencillamente porque ningún ser vivo lo
hace así y porque ya el lenguaje del ser humano está fundamentado en la
palabra.
*José Repiso Moyano es escritor.
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