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 Viernes, 12 de julio de 2002

por ISAAC BIGIO*
Bolivia, ¿1952-2002: entre dos revoluciones?

N EL año en el cual Bolivia celebra el cincuentenario de su revolución se han producido las elecciones más polarizadas de su historia. Los candidatos que han ocupado los dos primeros lugares representan sectores sociales e intereses contrapuestos.

El parlamento debe escoger cual será el nuevo presidente y optar por Gonzalo Sánchez de Lozada o Evo Morales Ayma. Ambos hablan un castellano influido por sus respectivas lenguas de crianza. El primero tiene un fuerte acento 'gringo' resultado de haberse educado en los EEUU. El segundo se expresa marcando la influencia de lenguas nativas.

Sánchez es uno de los hombres más ricos del país y es dueño de una de las mineras (COMSUR) que más se ha beneficiado del proceso de privatizaciones y desarticulación de la anterior Corporación Minera de Bolivia, el ente estatal que tenía el monopolio sobre la gran minería.

Morales es un campesino cocalero que desde los 1980s viene organizando numerosas marchas en contra de los EEUU y el neo-liberalismo.

Sánchez representa a la nueva élite económica que ha prosperado con el nuevo modelo monetarista lanzado por el MNR en 1985. Con este nuevo sistema se desmanteló uno basado en fuerte intervención estatal, proteccionismo y subsidios sociales. La apertura al mercado global conllevó al cierre de las principales minas y f> ábricas, pero al crecimiento de nuevas compañias privadas vinculadas a capitales transnacionales.

Morales expresa a quienes se sienten marginados por dicho proceso: los campesinos a quienes se les persigue por producir coca o que no tienen acceso a préstamos o mercados, los miles de despedidos, los asalariados cuyos sueldos son comparativamente más bajos y tienen menos derechos laborales, y la población empobrecida.

Las diferencias sociales en Bolivia muchas veces vienen relacionadas con el color de la piel. El grueso de los votantes por Morales son 't'aras' (indios) mientras que gran parte de quienes están con Morales son los ' k'aras' (blancos).

EEUU ha vetado a Morales, mientras que patrocina a Sánchez como su predilecto.

Sánchez implica continuar con el proceso de 'capitalización' de las empresas públicas y con una economía abierta según las estipulaciones de la escuela de Chicago.

Morales pide volver a una economía de mercado pero basada en una fuerte intervención estatal y en que las principales empresas estén bajo administración pública. Mientras todos los últimos gobiernos han reprimido la producción de coca con apoyo militar y policial norteamericano, Morales pide la libre producción y comercialización de dicha hoja.

Morales no tiene un claro programa de gobierno. El no dice que quiere expropiar a los empresarios o romper con el FMI. Plantea una economía de mercado proteccionista, estatista y soberana frente a EEUU.

El ha amenazado con volver a repetir una revolución tipo 1952. Para ello hay sembradas muchas condiciones. El país está en crisis y muy influido por el descalabro argentino. El nuevo gobierno (que es lo más probable encabece Sánchez) será debil e impopular y hay demasiado descontento social.

Hace 50 años Bolivia fue el escenario de la única revolución social sudamericana en el siglo veinte. En Abril 1952 una insurrección urbana semi-espontánea acabó con las FFAA e hizo que las armas y el poder estuviera repartido entre el Movimiento Nacionalista Revolucionaria y la naciente Central Obrera Boliviana. Poco después se llevó a cabo una reforma agraria más radical que la que Mao hacía entonces en China, se nacionalizaron las grandes minas poniendo trabajadores en su administración, y se dió la ciudadanía a la mayoría indígena.

Con el tiempo el MNR fue evolucionando. El partido que nació en 1941 con un fuerte discurso anti-EEUU (a punto de prefeir a los nazis) ha acabado convirtiéndose en el principal aliado de Washington. El embajador Rocha abiertamente presta declaraciones en favor de Sánchez. Quienes inicialmente llamaban a derrocar a la 'rosca' (la élite) ahora han constituido otra nueva. Quienes impusieron el modelo estatista sudamericano más osado acabaron remplazándolo un tercio de siglo después con uno de los más radicales modelos thatcherianos. El partido que hizo la reforma agraria más profunda del continente ahora es visto como el que ayuda a crear nuevas desigualdades en el agro y es hostil a los campesinos más pobres.

Los 2 nuevos partidos campesinos que han sacado juntos más de un cuarto de los votos en los comicios del 30 de junio, plantean una posible nueva revolución en la cual los protagonistas y dirigentes vendrían a ser los indígenas. Paradójicamente, el Movimiento Al Socialismo, el partido de Morales, fue inicialmente un ala de la Falange Socialista Boliviana que se inscribió como MAS-Unzaguista. La FSB fue fundada por Unzaga de la Vega en 1937 emulando a la fascista Falange Española. Unzaga y el falangismo boliviano organizaban los cuadros de choque que atacaban sindicatos e izquierdistas. Durante la revolución de 1952 ellos fueron la oposición contra-revolucionaria y expresaban a los terratientes blancoides racistas que defendían sus propiedades contra los levantamientos indígenas.

A fines de los 1980s el ala de la falange jefaturizada por A> ñez Pedrasa se fue moviendo a la izquierda y formó el MAS Unzaguista quien se aliaría a grupos como el de Evo Morales para formar la Izquierda Unida. El candidato de ésta, el campesino Alejo Veliz acabaría en la lista de la Nueva Fuerza Republicana de Manfred Reyes Villa, quien quedó tercero en los comicios y es acusado por la izquierda por haber estado con la 'narco-dictadura' 1980-82. Morales, buscando inscribirse, acabó apropiándose de la sigla MAS eliminando al unzaguismo como apellido e ideología, pero manteniendo los mismos colores azules del falangismo.

Por increíble que parezca los descendientes de dos partidos que estuvieron en trincheras opuestas en 1952, ahora vuelven a confrontarse expresando exactamente a las bases opuestas que tuvieron hace medio siglo. El MNR busca defender a la 'rosca' blancoide, mientras que el MAS ex-Unzaguista expresa a los indígenas que aspiran a un cambio radical y que pueden apuntar hacia una nueva explosión social.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE).

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