por JOSÉ REPISO MOYANO*
Contra el tabú y el prejuicio
HORA SE suele decir "No me gustan las verdades absolutas"; pero, la verdad
absoluta lo es si va de acuerdo con la razón. El planeta Tierra existe no
porque nos guste o sea muy "querido", sino porque razonablemente existe; por
tanto, en el contexto de la razón es una verdad absoluta.
Alguno pensará que en un contexto desconocido, de una antirrazón o no
sé qué, podría no ser así, sino de otra forma donde los borricos podrían
hasta volar. Sea como fuere, aquí y ahora, en el contexto de la razón sólo vale lo racional, es decir de que la existencia del planeta Tierra es una verdad
absoluta, guste o no guste, se quiera o se maldiga.
Así pues, no se trata de gustos, de echarle azúcar al planeta Tierra para
que guste, sino de que la razón sólo admite firmeza, o sí o no existe, y no cabe
un "casi", un "tal vez", un "eso parece".
Sencillamente es así porque en la lógica de todo, en el equilibrio de todo
concomitado, en lo causado -en lo antecedente- de todo no cabe la contradicción -no se puede avanzar hacia delante y avanzar hacia atrás al mismo
tiempo por ejemplo-. Otro ejemplo: Si una persona tiene una enfermedad es porque algo le ha
producido esa enfermedad, esto es racional, obedece a un principio, absoluto en el contexto racional, firme.
No obstante, intentando comprender retorcimientos, alguno podría decir
que no en otro contexto ajeno al racional, pero ¿cuál? Tendría, entonces,
que demostrarlo, y demostrándolo ya se situaría dentro del contexto racional. Tambíen se conoce el oportunista que dice que no cree en las verdades
absolutas cuando toda su vida lo que hace es creer en ellas; pues, a la
verdad absoluta de que sumergiéndose en el agua -sin mecanismo artificial de oxigenación- diez minutos se ahogará le hace caso, a la verdad
absoluta de que no alimentándose durante un mes se morirá le hace
caso, y así interminables casos. Es, a decir bien claro, un hipócrita sin
darse cuenta; pero no quiere la realidad tal como es, niega la realidad que es lo
grave, la niega.
Ya si nos ponemos a pensar detenidamente descubrimos o advertimos
que hacemos caso instintivamente toda nuestra vida a las razones; pero,
sin embargo, no lo reconocemos. Pensamos que decir "absoluto" es una
maldición, cuando es sencillamente sustentar razones -y razones que
sustentan realidad, no brujerías o paranoias-.
Decir que ese bosque absolutamente está ahí es reconocerlo, dignificarlo, "estar con él". Decir que absolutamente somos una parte del Universo es decir que somos humildes ante su todo, que "somos por él".
Decir que tenemos que amar absolutamente para comprendernos es
decir lo que cualquier dios absolutamente desearía, lo que absolutamente nos salvaría de las guerras.
Pero no, nosotros -duros- seguimos y seguimos no reconociéndolo. Y
atacando al que quiere ayudarnos; y defendiendo al que confunde
y dice "relativo" porque le sale de sus... prejuicios, en un "¡viva la
hipocresía y la sinrazón!" nuevamente.
*José Repiso Moyano es escritor.
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