por JOSÉ REPISO MOYANO*
El conocimiento y las perspectivas
ARA CONOCER la realidad la perspectiva es secundaria, poco importante y, a
veces,
sin apenas importancia. El mitómano arrastrará adondequiera su mito y por
más
perspectivas que se le ofrezcan verá siempre el mito, no la realidad
(Tartarín, el
protagonista de la famosa novela de Daudet, representa un África como
prejuicio o fin para su heroicidad, pese a toda perspectiva). El ignorante
constituirá o inventará una realidad que no es, que no existe, dondequiera
que
esté, contestándose a su propia ignorancia y convalidando su terco errar
aunque
abarque miles de perspectivas; así, las estrellas podría considerarlas como
objetos
celestes que dependen de la Tierra o que giran a su alrededor, también que
la
mujer es inferior y no entendería que posee los mismos derechos.
Por ello, sólo el raciocinio es lo importante para el conocimiento, el
concebir las
cosas racionalizadas antes que el dar vueltas estúpidas en torno a ellas
-pues el
incrementar las perspectivas sobre una base de sinrazón agranda la
estupidez-.
Por ejemplo, si una persona dispensa la veracidad de que nadie puede ser
condenado sin un juicio imparcial o justo previo, como veracidad que es que
protege la razón de presunción de inocencia es tal como es y, eso, significa
que
los interesados por perspectivas y perspectivas -para confundir- bien pueden
ya
metérselas por el culo porque: todos deben tener un juicio imparcial o justo
en
tanto que se quiera defender la presunción de inocencia. Más claro aún, si
una
veracidad es que todos los seres humanos tienen los mismos derechos, pues,
las mujeres, los homosexuales, etc., tienen los mismos derechos y las
perspectivas
se presentarán protegiendo o defendiendo a ese fin, no por el camino
contrario
u obedeciéndole a una religión lo contrario ("Y al raciocinio corresponde
mandar,
por ser sabio y tener a su cuidado el alma entera, y a la fogosidad le
corresponde
ser servidor y aliado de aquél", Platón).
Según esto, las perspectivas están condicionadas por la razón y no son
condicionantes de la razón para que se desmadre la subjetividad o la
confusión,
en pro de que cada perspectiva debe sustentarse en conocimientos, ir
correspondiendo a conocimientos verificados que la salvaguardan como razón.
Ese "depende de una perspectiva", sí, es una falacia, ya que todo en el ser
humano dependerá de la racionalidad, se quiera o no, imprescindiblemente de
la razón por encima de una perspectiva.
Tan pronto como esto se entiende las perspectivas ayudan a razones -que el
ser
humano es un ser vivo, que se comunica, que vive en sociedad, etc.-, por lo
cual
no se van de vacaciones a extraer visiones desde la nada.
Algo, entonces, no depende de una perspectiva; no, en absoluto, porque ya
depende de miles de razones previas que no puede eludir. No obstante, lo que
sí es válido racionalmente es que una perspectiva contribuye algo más a esas
miles de razones, si se verifica igualmente como razón, no como prejuicio,
como
frase hecha o como capricho personal.
Téngase en cuenta que la perspectiva no es en sí misma un conocimiento -al
ser
guiada frecuentemente por la subjetividad-, sino que puede ser el
seguimiento
del raciocinio si realmente corresponde a otra razón y así se verifica.
Como es común el relacionarla con una opinión todos hablan o se inclinan a
hablar
de su perspectiva, de su opinión, casi por antonomasia en vez de referirse
directamente a "es mi opinión" con los prejuicios que así pueda acarrear;
¡ah!,
pero es más bonito o queda mejor decir "es mi perspectiva" como
reprochándole
algo al otro de que no la ha buscado, para que la busque por aquí y por allá
como
si fuese, digamos, una misión por encontrar un tesoro. Y no, eso no es
correcto,
pues se trata más bien de que ése que se refugia en "mi perspectiva"
argumente
sin excusas racionalmente y, con ello, se defienda de una vez por todas con
unas
mismas reglas de juego en coherente demostración o veracidad racional.
*José Repiso Moyano es escritor.
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