por JOSÉ REPISO MOYANO*
Reconocimiento de lo que es
ODOS LOS seres vivos inevitablemente perciben la realidad, pero en su
extensión
no la misma realidad -por ejemplo, un pez con respecto a un pájaro-. Sin
embargo,
todos y en concreto los de cada especie siguen a un modelo de percibir la
realidad,
esto es, los seres vivos que constituyen una especie reciben de la realidad
lo mismo
aunque no quieran, con plena objetividad y con plena demostración.
Un árbol cualquiera recibirá de la realidad luz, una dosificación de
nitrógeno, potasio,
fósforo y oligoelementos, agua y dióxido de carbono siempre, de forma
regular;
aunque, claro, se diferenciarán de otro árbol esas intensidades que asimila
de tales
esencias o partes de la realidad para que así salvaguarde la individualidad
existencial
o, para todos, el principio de diversidad. Por eso, nada cambia en el fondo,
el ser
humano en su último eslabón de la evolución, funcionará en su esencia como
la
primera célula que hubo en la Tierra: nada cambia, excepto formas que
"sustentan"
el movimiento de todo, formas que garantizan a su vez que nada cambie.
Es un error el que se diga que un ser humano no percibe lo mismo que otro,
ya que
percibe lo mismo biológicamente -en cualidad- y conceptualmente todo lo que
tenga
una definición física directa: río, montaña, árbol, luna, luz, piedra, etc.
¡Ah!, lo que
varía más es lo que vive intensamente de algo.
Los seres humanos, de la realidad física, comparten casi el cien por cien de
los
conceptos y sólo en la realidad social es donde se diferencia con
subjetividad porque,
sencillamente, sólo en lo social un ser desarrolla su psicología, es decir,
la formación
de "pareceres" comunicativos, de gustos o de caprichos en cuanto que, en la
comunicación, los seres vivos están más que nunca frente a frente,
autoafirmándose
o compitiendo sistemáticamente porque prevalezcan, sí, individualidades de
acción.
Por lo tanto, lo subjetivo es un "elemento" producido o añadido -no que toda
la
realidad lo posee, sino sólo la realidad humana-: extraesencial. Y no debe
imponerse
como ahora, ocupándose de la realidad como una proliferación de religiones
individuales
que cierran las puertas al proyecto común de respetar objetivaciones o
hechos
reales, que estaban antes de ser maltratadas por la subjetividad, que
estaban antes
de la subjetividad. Pues, cuando el ser humano percibía instintivamente como
los
animales, entonces, el agua era agua, el fuego era fuego y la tierra era
tierra.
Está fuera de quicio decir "La realidad depende de mi religión particular,
de mi
cabezonería" y, además, como imposición, sin prueba alguna, como...
paranoia.
Si el ser humano quiere construir algo, se verá obligado a recurrir a
principios
objetivos, extraídos de la naturaleza, fundados en un orden racional: común
para
todos. Al afrontar el Sida, ahí, lo subjetivo está molestando: se han de
usar
preservativos contra lo subjetivo de la religión, contra lo subjetivo de la
costumbre,
contra lo subjetivo del gusto personal o del "me parece", contra lo
subjetivo de lo
mínimamente subjetivo. Si una persona tiene gangrena o bien se extirpa lo
gangrenado o no hay nada que hacer, ante todos, quieran o no quieran,
bailando
o tumbándose al Sol. La muerte por hambre de miles de niños no es algo
subjetivo
ni puede arreglarse subjetivamente ni puede arreglarse sin eliminar casi
todo lo
subjetivo, sino es algo real que sólo con medidas de acción reales se
evitará; en claro,
no se salva ni se salvará con lo subjetivo, sino con el objetivo absoluto o
infinitamente
absoluto -o más si lo hubiera- de "dándoles de comer", ni más ni menos.
Lo subjetivo debería servir para distraer nuestro ego, contra el
aburrimiento, para el
juego que causa placer y está bien, para que lo social se unifique
-convenciendo
subjetivamente- mediante gustos particulares que cualquier sociedad debe de
tener en cuenta para que sea lo más atractiva, participativa o democrática,
para
sentir experiencias, para ayudar a que algo objetivo lo entienda "un cerrado
de mollera",
o un censurador de un medio de comunicación, etc.
Para respetar el Medio Ambiente no ha de proponer un loco "Esto es relativo,
vamos
a hacer cada uno lo que nos parezca o lo que nos venga en gana", no, se ha
de
considerar lo objetivo, estrictamente lo objetivo muy por encima de lo
subjetivo.
Teniendo en cuenta que lo subjetivo, lo que atiende a valores individuales,
es
solamente algo subjetivo, personal, pero nunca... "relativo"; conforme a
que, para que
la realidad -incluso la realidad individual- fuera "relativa", tendría que
depender de algo
extrarreal, y no es así: la realidad sólo depende de sí misma o, por
principio, de la acción
real que pueda hacerla. Si no hay acción de comunicación, no habrá
comunicación; si
no hay acción de justicia social, no habrá justicia social.
Las tan recurridas perspectivas sólo pueden concebirse como recreaciones
personales
-necesarias- o subjetivas o que buscan una objetividad, pero éstas no pueden
extrapolarse como inherentes al terreno de la objetividad, pues, una
perspectiva se
fundamenta en la existencia de un punto fijo, el cual no existe ni siquiera
subjetivamente, ya que el ser humano no puede aislarse como elemento de la
realidad determinando toda la realidad, sino haciendo realidad como todos
sus
elementos que interactúan o construyéndose de realidad sin que pueda
condicionar
eso ni evitarlo -y ya, la perspectiva considerada erróneamente como
objetiva, pretende
condicionar la realidad, manipularla-.
Como conclusión, el ser humano, no puede imponer un punto de construcción
del todo,
en tanto que él es un estado de construcción que sigue en coherencia con
este
estado más que con él mismo.
*José Repiso Moyano es escritor.
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