por JOSÉ REPISO MOYANO*
El sistema ventajista
AS MILES de personas que son víctimas por "desastres naturales"
-pero que carecen de infraestructuras dignas-, por enfermedades
-pero que carecen de medicinas-, por hambre -pero que carecen de
mercados no marginales- no suenan mucho en los cerebros de los
que, entre otras cosas, defienden por activa o por pasiva un sistema.
Es un sistema que da, permite, a unos muchos recursos y a otros
casi nada, que trasciende a una sensación de que es "bueno": porque
acumula y, acumulando, se justifica como válido -como conveniente-
por sus beneficiados a los que les gusta mucho el respeto, por cierto,
y también poseen los medios de comunicación para difundir que sus
negocios e ideas son libres para, ¡vamos!, seguir adelante.
Siendo clarito y "santico" también, los efectos colaterales de su sistema
son la desruralización, la contaminación, la emigración hacia los mismos
países -el aumento de "ilegales"-, la muerte de miles de personas en
su aventura de emigrar en malas condiciones, la deslocalización de
industrias en busca de bajos salarios, el derroche del dinero público en
armas, la violencia por miseria, crispación o descontento, el descontrol
de la natalidad, la deforestación por la industria maderera, etc.
Así que es un orden que resalta el hecho acumulativo, pero para ellos
mismos; lo sofisticado, pero a costa de sacrificar los bienes naturales:
la vida de seres humanos y la naturaleza -en general-. Y se justifica,
se santifica, por sofismas de que tan bien como ellos están pueden
estar sus explotados, sus expoliados o sus embaucados. ¡A otro con
ese cuento!
Nadie perdió sus tierras por amabilidad, sino por la fuerza; nadie perdió
sus fuentes de energía por honestidad, sino por la fuerza; nadie perdió
su libertad -al ser esclavo- para construir un país por caridad, sino por
la fuerza -en esto sabe mucho, tiene la cátedra, EE.UU.-.
La ventaja radica en que por la fuerza se invaden otras estructuras
débiles para que sean beneficiosas a un sistema -o subsistema-
determinado, por la fuerza se engrandecen religiones por encima
de otras porque son pasivas a su sistema y, asimismo, se tapan
todos los defectos a los que han justificado demasiado lo
injustificable -humanitariamente dicho-. Y es que un "grande" tiene
que matar a veces a muchos para ser condenado.
*José Repiso Moyano es escritor.
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