por JOSÉ REPISO MOYANO*
La coherencia
ENER RAZÓN no es defender lo que más suena ni al que más suena
por trucos mediáticos de todo tipo, sino reconocer la razón en
dondequiera que esté, en su máxima extensión, en su "limpio juego".
Si alguien reconoce en función de los aspectos personales del otro
es un loco o... parcialmente un loco -yo no puedo decir que no
acepto la Ley de Gravedad porque la forma de ser de Newton no
me gusta o que no tiene el título que a mí me gusta e impongo-.
Porque, así, la razón la condiciona a cómo debe ser el otro para
tenerla: blanco, negro, cristiano, pobre, con recursos iguales a,
guapo, etc. Es decir, la condiciona a recursos más que a ella misma,
la manipula en su método.
La coherencia es, en claro, no censurar con una rigidez mental a
las razones que se demuestran, más que nada; reconocer que la
Tierra no es el centro del Universo -esta verdad- aunque la hubiera
dicho un paria o, bien, uno que tiene otra forma de vida u otra
forma de carácter.
Y es que ante la razón o ante el esfuerzo de su búsqueda no hay
privilegios, ni sirven prejuicios, ni etiquetas ni trucos; es, podríamos
decir, la cualidad más pura, que hace más justicia de las que existen.
Un mendigo, por ejemplo, podría llevar a prisión a Bill Gates si
realmente pudiera demostrar que ha cometido un delito, y esto es
sorprendente, es una vía sin duda para las dignidades humanas.
Pero, lamentablemente, hay países en donde hay intelectuales con
un mentalidad pícara -dada a la frivolidad- y tozuda -inamovible en
el error- que no aceptan algo aunque se demuestre. Por ejemplo,
tras demostrarse con grabaciones que el expresidente Aznar afirmó
y reafirmó que existían con seguridad armas de destrucción masiva
en Iraq, pues, esos manipuladores siguen diciendo que no mintió.
No obstante, si la veracidad falla en los mismos intelectuales es
sencillamente porque carecen de coherencia, porque están
enloquecidos e intentan manipular en los medios de comunicación
hablando de cosas raras, estúpidas y de nada en serio. Y, al ser
muchos, son muchos los premios que reciben e, incluso, pueden
recibir perfectamente el premio Nobel dada una coyuntura de
manipulación. En cambio, el que es coherente casi nunca lo tienen
en cuenta porque se enfrenta a todos por igual con la razón y,
como todos quieren ser privilegio incondicional para alguien, aunque
ése tuviera la misma ideología se le niega hasta el agua.
Para un ser humano coherente sólo racionalmente le importa la
veracidad, pero ¿por qué? Muy sencillo, entre Galileo, Descartes,
Colón, Darwin, Rousseau, Ghandi, etc. sólo existía algo en común:
el amor a la veracidad. Por eso es tan importante, porque se lo
debieron todo a la veracidad, y nosotros todo a ellos.
Pues bien, es veracidad racional lo que demostraron -la que es
consecuente a unos principios y no a espontáneas emociones- y
y es razón lo que va siempre del lado de la veracidad - las emociones
no siempre, ya que pueden mentir, manipular, deformar algo o negar
cualquier demostración por mera negación, por egoísmo-.
Sólo cuando las emociones tienen razones profundas son verdaderas
emociones.
*José Repiso Moyano es escritor.
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