por JOSÉ REPISO MOYANO*
Metafísica del yo emocional
L "YO-SOLO" construido emocionalmente siempre le acechará la duda o la
insatisfacción (1) por alcanzar una compañía complaciente, un tú seguro que
no le falle, que sea el que le comprenda en todas sus dimensiones y, así al
lado, incondicional, le consuele.
Entonces, busca el "yo-solo" por entre todos los avatares de la vida a quien
de forma segura le demuestre ser el "tú-encontrado"; porque lo buscará
incluso aunque no quiera o lo hará siempre su subconsciente.
Pero el ser humano no es sólo consecuente consigo mismo, sino con unos seres
de una colectividad que les han transmitido intuitivamente que sienten lo
mismo -pues, la emoción se ha educado socialmente-, que esos miembros de su
hecho social son copartícipes de tal angustia que busca -desea- una
solución. Por lo tanto hay un valor existencial "de conjunto", de especie
social, que continúa, que trasciende en usufructo de lo que existe (2).
En el fondo, también es una cuestión de dignidad humana a pleno riesgo hasta
más allá de su conciencia, apoyada en que el ser humano se habituó a
acompañar y a ser acompañado: cada "algo" que conocía le significaba una
compañía productiva de sentimientos y de intimidad -valoración de sí mismo-
(3) y, por empatía, acompañaba a lo que representaba realmente lo que había
conocido. Con esto, defiende su protagonismo real, su presencia, frente a
todo límite, frente a cualquier delimitación que no quiere concebir -ni
puede hacerlo- emocionalmente (4); tal como Sócrates, en rectitud virtuosa,
se enardeció para sí, fuerte contra la adversidad (5), construyéndose seguro
en su interior (el "conócete a ti mismo" le servía de escudo protector, y
nada más cierto).
El yo quiere al final descontaminarse, depurar su ciclo con un encuentro
(saudade), ser lo más fiel a su origen pero sin despreciar su única
conciencia: su irreductibilidad, su ego sobrevivido -luchado- y
sobrevalorado, su separación de lo que no es (6). Su telos es su propia
conciencia inesquilmable, una gnosis del yo en tanto que no procura sólo
disolverse en el todo que lo protegerá, sino que se siente un complemento
forjado, conformado (7), trascendido y, como tal, trascendente -un camino de
vuelta-, una entelequia que se revela con una apropiación del yo -mirando
hacia atrás- y con una remisión de él hacia la sinapsis del todo.
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(1) Según la teoría pascaliana, la idea emocional es un "esprit de finesse"
(corazón), un sentimiento de finitud que crea, por tanto, insatisfacción.
(2) Según Hegel, la ideación del yo se proyecta fuera también en el paso del
tiempo; semejante es la teoría del "tiempo creativo" de Bergson. En
Stendhal, nostalgia por valores interiores que, por supuesto, trasciendan.
(3) No existe intimidad ni valoración de uno mismo sin el otro como
pretendida compañía social.
(4) El sentimiento de angustia "por desesperar de sí mismo" porque tiene el
ser humano el dilema ambicioso de "César o nada" defendido por Kierkegaard.
(5) Al final, en la proximidad de la muerte, se busca la reconciliación con
todo, se anhela la paz, se anhela un destino liberador: el presentimiento de
Conrad.
(6) Heidegger propugnaba la irreductibilidad del ser que lo caracteriza como
diferente, como un luchador de su diferencia.
(7) El "sentimiento" o el comportamiento de componer es la nemónica
(memoria) de la naturaleza.
*José Repiso Moyano es escritor.
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